domingo, 20 de octubre de 2019

"Otoño es una niebla de violines", de Ildefonso-Manuel Gil

Entre brumas la pradera de Ordesa y el Libro Abierto como
telón de fondo./Eduardo Viñuales.[elperiodicodearagon.com]



Otoño es una niebla de violines,
dulce coro de lluvia o muchachas quejándose.
Es entonces más triste el alma de las cosas,
y el amor es un lago de sangre en nuestro pecho.

Se ve pasar el tiempo envuelto en aires tenues.
La tierra se recoge, suavemente encelada,
avarienta de gérmenes, de arroyos, de praderas,
igual que una paloma en el amor dormida.

En el otoño lento hay algo que nos hace 
hablar en voz muy baja, casi en susurro;
la tierra en sus ocasos reclama inexorable
las hojas y los pájaros y las más tiernas vidas.

El rosal y la hiedra amorosa confunden
su destino abrazados a los húmedos muros,
y el vaho de los bueyes santifica el paisaje
donde el ruiseñor canta y muere, olvidado.

Los poemas que nacen cuando la vid se exprime
tienen un zumo amargo, descolorido y suave;
suenan como campanas doblando solitarias
en una lejanía ignorada del viento.

Los poemas de otoño conocen los confines
donde el alma y el cuerpo se ofrecen vulnerables
a espadas agudísimas que lentamente hieren.
El ángel de la muerte es huésped de sus versos.

Así pasa el otoño y nos deja en la carne
la señal imborrable de su melancolía.
La rosa de los vientos limita ciegamente
con la tristeza, inmensa como el cielo y el mar.


En Obra poética completa, 2 vols., ed. Juan González Soto,
Zaragoza, Universidad de Zaragoza, 2005

Esta  versión definitiva del poema aparece también, según se indica en nota del editor de su Obra poética completa, en Poesía. Antología, 1928-1952 (1953), Hombre en su tierra. Antología temática (1979) y Cancionero segundo del recuerdo y la tierra (1992).

Coincide con la versión original de Poemas de dolor antiguo (1945) en los ocho primeros versos. La versión original es la siguiente: "Otoño es una niebla de violines, / dulce coro de lluvia o muchachas quejándose. / Es entonces más triste el alma de las cosas, / y el amor es un lago de sangre en nuestro pecho. // Se ve pasar el tiempo envuelto en aires tenues. / La tierra se recoge, suavemente encelada, / avarienta de gérmenes, de arroyos, de praderas, / igual que una paloma en el amor dormida. // Entonces el rosal y la hiedra confunden / su destino, abrazados a los húmedos muros, / y el vaho de los bueyes santifica el paisaje / donde el ruiseñor último canta y muere olvidado. // Os digo que los pasos del otoño son lentos / y llevan un cortejo de asombradas pupilas, / que miran el naufragio del sol y los jardines / en un mar de nostalgias y pétalos y hojas. // La humedad del otoño los confines conoce / donde el alma y el cuerpo se ofrecen vulnerables / a espadas agudísimas que lentamente hieren. / El ángel de la muerte es el viento de otoño. // No me preguntéis más. Debo guardar silencio / porque nadie desvele misterios otoñales. / Hay secretos terribles que conoce la tierra, y por eso en otoño los campos palidecen".

1 comentario:

  1. Jo, hace falta tener un alma doliente para ver tanta tristeza en el otoño...Si un otoño como Dios manda trae la vida a los paisajes calcinados, con sus tormentas, la hierba que brota, con la siembra...Y en la escuela traía la promesa de un nuevo curso con el reencuentro de amistades y las inevitables novedades. ¿Y en el trabajo...? bueno, ya se sabe: volver a lo mismo pero es fácil que algo nuevo suceda que no tiene porqué ser malo.
    Carlos San Miguel

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