domingo, 11 de noviembre de 2018

"La gran guerra", de Joaquín Pérez Azaústre

"Auf Wiedersehen". Despedida de un soldado alemán frente
a la planta de ácido carbónico Gotha. Foto de Bains News Service,
27 de enero de 1915. Colección Library of Congress, Washington D. C.



LA GRAN GUERRA


Te he buscado
perdido por la lluvia
que arrasa la nación estas semanas.

El tráfico de gestos en las calles
húmedas y cargadas de silencio
me dice que tu rostro podía ser cualquiera.

Lejos quedaron ya los días del festejo,
tú admirada por mí, por mi uniforme,
repartidos tú y yo por las esquinas,
soñando en el café nuestros destinos,
el ambiente insensato de alborozo,
de tu mano el periódico doblado
con grandes titulares celebrando la guerra.

Nunca amamos, sin duda, como entonces.
Días de permiso, hoteles viejos.

Un fantasma de gas me espera en la ventana,
tú corres las cortinas y te tiendes,
no sabes qué podrá pasarnos luego.

No pides más que este lugar y este ahora,
un recodo de hotel
donde el amor habita en un instante.

Hoy he vuelto. La guerra la perdimos.

Perdimos la gran guerra; estamos muertos.

Alguien quedó dormido en los alambres,
mis amigos se enredan
en el frío de cada amanecer.

Visito cada tarde a sus familias.
Me miran como a un ser de tierra extraña.

Les pregunto por ti, si no te han visto.

Todas las chicas se parecen ahora,
llevan todas el mismo traje gris,
la misma sombra larga,
son espectros delgados
ocultos de la luz.

Te he buscado
perdido por la lluvia
que arrasó la nación esas semanas.

El tráfico de gestos en las calles
húmedas y cargadas de silencio
me dice que tu rostro podría ser cualquiera.

Es posible que tú me reconozcas.

Entonces yo me miro en los espejos,
en los ojos ausentes de soldados que vuelven.
Somos todos el hombre derrotado.

También tú,
si me estuvieras buscando,
podrías confundirme con cualquiera.

      En Andalucía poesía joven. Sel. de Guillermo Ruiz Villagordo.
                                                                                          Plurabelle, 2004


Joaquín Pérez Azaústre
Joaquín Pérez Azaústre (Córdoba, 1976) es escritor y columnista. Desde 1998 reside en Madrid, donde obtuvo una beca de creación  en la Residencia de Estudiantes y se licenció en Derecho. Su producción abarca distintos géneros literarios: poesía, narrativa, ensayo y artículos periodísticos. En 2001 publicó su primer libro de poemas, Una interpretación (Premio Adonáis 2000), al que siguieron Delta (2004, accésit del XV Premio Jaime Gil de Biedma), El jersey rojo (2006, Premio Loewe de Creación Joven), El precio de una cena en Chez Mourice (2007), Las Ollerías (2011, XXIII Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe), Vida y leyenda del jinete eléctrico (2013, XXIII Premio de Poesía Jaime Gil de Biedma), la antología Ella estaba detrás del laberinto (2016) y Poemas para ser leídos en un centro comercial (2017). Ha publicado los libros de relatos Cartas a Isadora (2001) y Ser lobo  y otras narraciones (2015), además de las novelas América (2004), El gran Felton (2006), La suite de Manolete (2008, Premio Fernando Quiñones), Los nadadores (2012, traducida a varios idiomas) y Corazones en la oscuridad (2016). Es autor, asimismo, de los ensayos Reloj de sol (2004), Lucena sefardita. La ciudad de los poetas (2005), El corresponsal de Boston (2006), After-Hour. Una lectura de 'Descrédito del héroe', de José Manuel Caballero Bonald (2007) y La chica del calendario (2008). Colabora o ha colaborado en El País Andalucía, La razón, El Cultural de El Mundo y Diario de Córdoba; en 2003 obtuvo el Premio Meridiana del Instituto Andaluz de la Mujer por sus artículos periodísticos. Fue nombrado Cordobés del año 2000, y en 2001 obtuvo el Premio Andalucía Joven a la Creación en Córdoba. Fue coordinador literario del festival Cosmopoética en 2012 y 2013. Poemas y relatos suyos están incluidos en numerosas antologías.


*          *          *
Hoy se cumplen cien años del final de la Primera Guerra Mundial, la Gran Guerra, que acabó el 11 de noviembre de 1918.

[La fotografía del autor procede de: dossierjuanasalabert-otrolunes.]

3 comentarios:

  1. Gracias! Este gran poema es la mejor manera de conmemorar un centenario. Que nunca se repita. Que se acaben las guerras. Construyamos la paz.

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  2. Que así sea, Carmen. Muchas gracias.

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  3. El primer recuerdo consciente que tengo de la Gran Guerra es un póster de Charlot, pertrechado como soldado norteamericano en las trincheras, de la peli "Armas al hombro" (1918). Era un póster que tenía un primo mío colgado en su habitación. En cierto modo, Chaplin tenía mucha razón por todo ese absurdo de tener que luchar (o sufrir más que nada) por intereses tan lejanos a un recluta. Y no digo yo que no haya nunca una guerra justificada porque eso es demasiado simplista e ingenuo, aunque las razones reales económicas siempre prevalezcan sobre cualquier idealismo.
    Carlos San Miguel

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