domingo, 10 de junio de 2018

"Una patria se elige", de Ángel Crespo




UNA PATRIA SE ELIGE



Mi otra patria es Italia

—la del verbo

y el amor— y en sus calles

jamás cayó de mí

una hoja muerta.

            Nunca

puse la mano en una piedra

que no calentase

ni dije una palabra

que no iluminase por la noche.


Una patria se elige

—y una mujer. O llegan,

inevitablemente,

cuando tu soledad las ha ganado.



                              De Docena florentina, 1966.
En  En medio del camino, 1971


Ángel Crespo tuvo una  fructífera relación con Italia, país al que viajó por primera vez, en compañía de Pilar Gómez Bedate,  en el otoño de 1963. Este viaje, motivado por la invitación del profesor Mario di Pinto pero también por la necesidad de escapar de la tensión a que Crespo se veía sometido en España por su lucha contra el régimen franquista, fue determinante en su trayectoria vital. En Florencia entabló amistad con el profesor e hispanista Oreste Macrì, y tres años después, en 1966, publicó Docena florentina, que marca  el inicio de una nueva etapa en su obra poética. Ya en las décadas siguientes, su prestigio se incrementará notablemente por sus versiones al castellano -rítmicas, rimadas y anotadas, como destaca Gómez Bedate- de  la Divina Comedia de Dante (1973-1977) y del Cancionero de Petrarca (1983).


Para Caterina Isoldi ("Armonía de las bóvedas florentinas, fraternidad artística y forma humana", en Homenaje a Ángel Crespo, 1926-1995), las palabras del poeta sobre su experiencia italiana ("Mis caminos convergentes", en Anthropos, junio 1989, pág. 26) son el punto de arranque de la interpretación de esta experiencia "como posibilidad  del hallazgo de una forma y una medida que devuelvan al poeta la posibilidad de conocer y de reconocerse".
En 1963, pasé unos meses en Italia. [...] Italia supuso para mí algo más que un simple deslumbramiento. A medida que iba respirando su aire, viviendo su arte y soltándome en el uso de su lengua, sentía que una luz nueva hecha, por así decirlo, a la medida de mis ojos, iba iluminando mi pasado y mi presente, no para que yo los repudiase o aceptase sino para que tratara de interpretarlos. Tomé entonces una decisión de la que nunca me arrepentiré, de entregarme por completo a mi vocación de escritor.
El amor a Italia, especialmente a Florencia, y a la cultura italiana es, pues, una de las fidelidades de Ángel Crespo que  encontramos ya en algunos poemas de En medio del camino (la poesía escrita entre 1949 y 1970), recopilación que incluye Docena florentina, poemario nacido de su visita a la capital de la Toscana. Pilar Gómez Bedate ("Para situar la obra de Ángel Crespo", en Ínsula, nº 670, octubre, 2002, pp. 2-4) ha enumerado los temas de esta obra de poemas breves: la libertad personal en la elección de patria y de compañía ("Una patria se elige"), el rechazo a la sociedad capitalista ("Cambios", "Il Ponte Vecchio"), la crítica a la opresión del nacionalcatolicismo ("Savonarola", "Galileo Galilei") y también el tema del exilio propio "casi augurado en la figura de Dante, a quien [...] contempla ahora como el hombre político y exiliado que cumplió lejos de la patria su destino de poeta".

El poema  "Una patria se elige" es  para Antonio Colinas* ("La natural emoción de Ángel Crespo") una auténtica "fe de vida" pues "señala un modo de ser y estar en el mundo, un sentido de la universalidad". 
Detrás de la "soledad existencial" -que no es sino una expresión de la lúcida consciencia del ser-, hay una mujer o, en este caso, una "segunda patria" que orienta y libra de los amargores de la propia [...] Detrás de este sentir esencial puede estar luego la Italia de los nombres propios (Galileo y Bernini, Dante y Savonarola), pero lo esencial queda fijado en ese directísimo poema en el que la segunda patria es el lugar de la iluminación y del amor.
Según Caterina Isoldi, Italia representa poéticamente para Ángel Crespo una solución cultural a la angustia del aislamiento del destierro,
es el lugar de la reconquista "del verbo y del amor", del verbo como palabra capaz de "iluminar la noche", objeto de la constante búsqueda del poeta en su afán de hallar el discurso que pueda mostrar la naturaleza oculta e inefable de las cosas, y del Amor del que el verdadero poeta es instrumento.
Añade Isoldi que las acciones del yo poético (poner la mano, decir) representan el acto creador del poeta, que mediante la mano y la palabra vivifica el espacio italiano, el cual corresponde al poeta bajo forma de luz y de calor.
He aquí lograda aquella correspondencia y conformidad con el mundo que el poeta está buscando, fecundidad del poeta-árbol del que ya no caen hojas muertas sino palabras vivas capaces de iluminar la noche del silencio -desierto de la soledad.
Italia  llega a ser una patria electiva, la patria universal,  además de una paternidad espiritual donde se realiza la correspondencia necesaria para reconocerse a sí mismo en su "indisputable forma humana".

Otros poemas del autor:
*Entrada relacionada:
Ángel Crespo y Pilar Gómez Bedate con Mario di Pinto en Nápoles. (CVC)

3 comentarios:

  1. Gracias, Josefina, por traer este bellísimo poema de Angel Crespo. Aprovecho para recordar a su compañera, Pilar Gomez Bedate, escritora de fina sensibilidad, que nos dejó hace unos meses.

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  2. Pronto se cumplirá un año de su fallecimiento, que tuvo lugar en Zaragoza, precisamente. Gracias por tu comentario, Carmen.

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  3. Es que en Italia todo parece hermoso al menos lo que sale por la tele: las mujeres, los monumentos y obras de arte,las ruinas...hasta las construcciones rurales para las labores del campo. De hecho, una de las cosas que me encantaba de la serie Montalbano son sus paisajes urbanos y naturales, y entre éstos los modificados por el hombre como esos interminables muretes de piedra seca que dividen las parcelas de labor en los campos sicilianos.
    Carlos San Miguel

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