Grupo de
lectura I “Leer juntos Hoy” del IES Goya.
Sesión del 3 de
noviembre de 2014.
Obra
comentada: ‘14’ (Minuit, 2012), trad. publicada por Anagrama en 2013.
Autor:
Jean Echenoz (Orange, Francia, 1947). Premio Goncourt 1999 por Je m'en vais.
El autor se sirve de un
diario de guerra, perdido en el desván de la familia, para contar la I Guerra
Mundial. Se acerca a la guerra desde su interior y desde la destrucción del ser
humano.
En apenas 100 páginas -15
breves capítulos–, recuerda cómo, en un caluroso y tranquilo día de agosto, se
rompió la vida de un pequeño pueblo de la Vendée, región tradicional y
periférica de Francia. Y cómo, a partir de ese momento, sus habitantes vieron
sus vidas alteradas, truncadas y destruidas. En realidad se rompió la vida de
toda Europa y la de millones de personas durante más de medio siglo. Las
consecuencias de la guerra afectaron a varias generaciones.
Sólo seis personajes: cinco
hombres, Anthime, Charles, Bossis, Arceler, Padioleau, y una mujer, Blanche,
que se pasa los días esperando el regreso de Charles y Anthime. En los 500 días
que Anthime estuvo en la guerra, murieron Charles, Bossis y Arcenel; él y
Padiauleau resultaron mutilados.
Estos datos, aparentemente
insuficientes para contar toda la guerra, en el frente y en la retaguardia,
están entretejidos con un argumento lleno de tensiones e intrigas, que sirven
para profundizar en los sentimientos de barbarie y destrucción. La intriga se
mantiene escamoteando la relación afectiva entre los tres personajes principales.
Tienen que pasar varios capítulos para que el lector descubra que Charles y
Anthime son hermanos. Y sólo al final descubrirá el meollo de un extraño e
incomprensible triángulo amoroso entre Blanche, Charles y Anthime.
Un narrador omnisciente, frío
y distante, relata unos hechos espeluznantes, que cobran mayor dimensión
gracias a su mirada casi objetiva. La sorpresa no está en los hechos,
sobradamente conocidos, sino el punto de vista con que este narrador sabe
recrear la realidad. El lector, sin las valoraciones del narrador, se siente
tan desasistido como los soldados del frente y tiene que sacar sus propias
conclusiones. El narrador objetivo no apela a los sentimientos ni busca causar
emociones fuertes. La emoción brota de los acontecimientos mismos y de unas
descripciones impresionistas, sin adjetivos valorativos, con una precisa
selección de los detalles. El efecto es de un expresionismo brutal. Nos podemos
imaginar a los personajes de la época y al propio lector con una cara como la
del “Grito” de Edvard Munch. En este sentido, es una novela moderna, una novela
que exige gran colaboración del lector y que se cierra de manera diferente con
cada lectura. Una opera
aperta, tal y como definió Umberto
Eco a este tipo de novelas.
¿Qué cuenta de la I Guerra
Mundial? Nada: “Todo esto se ha descrito mil veces, quizá no merece la pena
detenerse de nuevo en esta sórdida y apestosa ópera” (p. 62). Pero lo intuimos
todo: el lugar, la batalla y el mando militar, entre otras cosas. Conocemos el
resultado. La acción en su conjunto resulta verosímil, porque va incorporando
datos concretos que le dan el aire de verdadera. Los soldados se apuntan en el
93º Regimiento de Infantería y se especifica hasta el número de registro del
soldado: 4221. Pero como en literatura nada es gratuito, el 93º regimiento de
infantería, el mismo que había elegido Víctor Hugo, se convierte en una clave
importante para entender el profundo sentido romántico que late en el fondo de
estas páginas.
<- Uniforme de infantería francés, 1914
Uniforme de infantería francés, 1915 ->
En cada capítulo desvela un pasaje, un aspecto específico de la Gran Guerra: su
esperado anuncio, la alegre despedida, el optimismo de la brevedad y el triunfo
esperados, el imaginado regreso envuelto en honores, el largo camino hasta el
frente, el clima, el abastecimiento, la alimentación, la higiene, el vistoso e
inadecuado uniforme, las trincheras, la aviación, las armas químicas, el valor
etílico, el uso y abuso de los animales, la deshumanización, la muerte, la
mutilación, la tristeza, el relevo laboral, el día siguiente, entre otros.
Le Depart des
Poilus, le 2 août 1914' (Albert Herter) en la Gare de l’Est
El
valor histórico de esta novela reside en su forma de presentar el escenario: la
gente, el frente y la retaguardia, el ambiente, el miedo y hastío del soldado,
la dificultad del día a día, la tristeza del día siguiente. Esta es, desde mi
punto de vista, la mayor contribución de la literatura a la historia. La
Historia, aséptica y analítica, la hacen los historiadores; los escritores
ponen el “atrezzo” y despiertan los cinco sentidos que nos permiten captar el
ambiente y dar vida a los protagonistas, en un tono humano, personal y subjetivo.
Podemos hablar de un texto
minimalista, en el sentido de que prevalece la economía de las palabras, bien
seleccionadas para expresar lo esencial. Y lo hace de forma incisiva pero
delicada (léanse las dos últimas frases del libro), no exenta de humor. Junta,
con acierto, una minuciosa documentación y una imaginación romántica. En
algunos momentos el texto español se resiste, pero se debe a una traducción no
muy acertada.
En la sesión de “Leer juntos”
que le dedicamos, esta novela de espíritu antimilitarista fomentó un
interesante e intenso debate sobre la literatura, la historia, la gran
carnicería de la Gran Guerra, la transformación de los bravos “poilus” en
víctimas de la sinrazón y el destino de las generaciones, entre otras cosas.
Hablamos quizá más de guerra que de literatura, de las consecuencias humanas de
las guerras, del difícil destino de Europa en el s. XX y de la difícil
articulación de las posguerras. La sesión fue nuestro particular homenaje al
armisticio del 11 de noviembre de 1915.