domingo, 26 de abril de 2020

"Morirse de cordura", de Ana Merino

© Juan Burguete Albalat


MORIRSE DE CORDURA

A Alonso Quijano el Bueno

Ya tienes juicio,
se agota tu ser
desencantado de saberse mortal,
frágil y cuerdo.

Todo lo que creías
era sólo extrañeza
de sombras familiares
transformada en invento.

Los libros fabricaban
el aliento inmortal
de los que habitan
en los encantamientos.

Y tú eras invencible
imaginando anhelos
en las palabras huecas
de los miedos ajenos.

Ahora que la cordura
es tu epitafio
ya no podrá existir
lo que soñabas,
ya no podré vivir
en tu locura,
vestida de espejismo
cosido a tu mirada.

De Compañera de celda, Visor, 2006

Sobre este poemario, el quinto publicado por Ana Merino, ha escrito Francisco Díaz de Castro (El Cultural, 14/12/2006):
Entre sueños y sombras, lo colectivo y lo privado, Ana Merino explora las vías de la emoción, tan a menudo imposibles de razonar, conjuga desengaños y deseos y se abraza a la aparente inocencia de sus motivos infantiles cargados de ironía para entregarnos el balance de ese sentimiento de cautiverio en la ciudad carcelaria que alegoriza el vivir.
Y añade que los poemas de Compañera de celda "nos hablan de desamor, dolor y desengaño, de memoria y soledad", pero también del sufrimiento y la explotación ajenos, sin olvidar "los guiños a las canciones infantiles, a la pintura o a la literatura". En el poema elegido Dulcinea se dirige al hidalgo  Alonso Quijano, que en el lecho de muerte recobra la cordura, de modo que ya no podrá existir Dulcinea, espejismo creado por la locura de don Quijote.

1 comentario:

  1. Precioso ¿eh? Pero pobre Don Quijote, reprendido a ambos lados de la locura, por los cuerdos y por sus creaciones jeje
    Carlos San Miguel

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