jueves, 2 de abril de 2020

'Cara de pan', de Sara Mesa

Grupo de lectura "Leer juntos Hoy" del IES "Goya"
Sesión del 9 de marzo de 2020
Obra comentada: Cara de pan, Anagrama, Narrativas hispánicas, 2018
Autora: Sara Mesa


1. Acerca de Sara Mesa

Sara Mesa es una periodista y escritora española nacida en Madrid en 1976. Siendo niña, su familia se trasladó  a la ciudad de Sevilla, donde sigue residiendo la autora. Estudió Periodismo y Filología hispánica. Fue madre joven y no empezó a escribir hasta los treinta años: "Viví y luego me puse a escribir", confiesa la autora. Afirma no haber sentido antes la vocación de escribir, tarea que, no obstante, le apasiona, si bien no la concibe como una profesión, razón por la que compagina la escritura con su trabajo en el mundo audiovisual. 

Sara Mesa.(elcultural.com)

Sus inicios literarios se centraron en la poesía, que abandonó muy pronto, a pesar de la excelente acogida de su poemario Este jilguero agenda (2007), galardonado con el Premio Nacional de Poesía "Fundación Cultural Miguel Hernández". Hoy es conocida por su obra narrativa: sus libros de cuentos —La soledad del galápago (2008), No es fácil ser verde (2009) y Mala letra (2016)— y sus novelas: El trepanador de cabezas (2010), Un incendio invisible (2011), Cuatro por cuatro (2013, finalista del Premio Herralde de Novela), Cicatriz (2015, Premio Ojo Crítico) y Cara de pan (2018). El cuento es el género en que se siente más cómoda. Tanto es así, que ha llegado a afirmar que "si algún día hago algo realmente bueno, será dentro del cuento".

Su narrativa, de gran fuerza emocional, pretende mostrar la realidad desde un ángulo inesperado, con un lenguaje sencillo pero cuidado. "Para mí", confiesa la autora en entrevista concedida a Nuria Azancot (El Cultural, 22 de enero de 2016), "el reto radica en utilizar las palabras normales, las habituales, incluso las antiliterarias, usar una materia prima humilde, una especie de art povera de la escritura".

2. Sobre Cara de pan

Cara de pan es una novela breve que tiene su germen, como explica la autora,  en uno de sus cuentos, titulado "A contrapelo". La trama gira en torno a la relación entre una chica  de trece años, apodada por sus compañeros de instituto "Cara de pan", y un excéntrico cincuentón apasionado de los pájaros y  de la cantante Nina Simone. La niña, que odia su nombre, pasa a ser 'Casi' para el hombre (por sus "casi catorce años") y este, un viejo para ella, será 'Viejo', con mayúscula, un nombre libre aquí  de connotaciones negativas. De esta forma, explica el viejo, "escapan del nombre real, que es una cárcel" (pág. 24), como ya hiciera su idolatrada Nina Simone. La relación comienza de un modo fortuito cuando ambos se encuentran en un parque de una ciudad "en la que apenas hace frío nunca" (pág. 94), donde Casi, que lleva unos días faltando a clase voluntariamente, ha encontrado refugio en un angosto escondite a salvo de  miradas ajenas, entre un olmo siberiano y unos setos.

Las conversaciones diarias entre ambos y los pensamientos de la chica constituyen la esencia de un relato de sencillez solo aparente. La tensión narrativa surge del constante temor de Casi a ser descubierta por los operarios del parque  y de su desconfianza hacia el hombre, pues ignora qué es lo que busca, lo que quiere de ella.  Pero es, sobre todo, la aprensión de los lectores, para quienes la relación entre un viejo y una niña resulta impropia, sospechosa, la que nos  mantiene en vilo, ansiosos por conocer el desarrollo de la historia. Para ello, la autora  se sirve de un narrador en tercera persona focalizado en la conciencia de la chica, que, por tanto, desconoce los pensamientos del viejo y sus verdaderas intenciones. La historia se cuenta, pues, desde la perspectiva de una preadolescente con escaso conocimiento de la vida, que confunde lo que ve y oye  o no es capaz de conceptualizarlo. De ahí que el narrador, en ocasiones,  avance información que Casi desconoce todavía, resuma  lo que esta sabe o contemple a la niña desde un punto de vista externo al personaje.

Los hechos se sitúan en la época actual y el tiempo interno abarca un año aproximadamente. De las dos partes perfectamente trabadas en que se divide la novela, la primera —que concluye de forma abrupta, sin que conozcamos el desenlace— se sitúa en el refugio del parque, un lugar en que los protagonistas se sienten a salvo porque  no son juzgados por nadie, y transcurre a lo largo de algo más de dos meses, desde mediados de octubre hasta el comienzo del invierno. Entre ambas partes hay una elipsis de varios meses: ha comenzado el nuevo curso y la niña, con casi quince años,  ya no tiene cara de pan; ha madurado y siente que ahora se han intercambiado los papeles: ella es la adulta y el viejo, el niño. La segunda parte, una especie de epílogo, narra el reencuentro de ambos y su conversación, durante algo más de tres horas, en una cafetería, donde  se exponen al juicio de los demás, expresado por la camarera (pág 136). En esta parte, mucho más breve que la primera, se nos da cuenta, de forma  fragmentaria e incompleta, del final de la aventura de Casi y de las consecuencias que esta ha tenido para ambos, y se completa el retrato del viejo a partir de visiones deformadas que ambos contradicen. Un encuentro  casual abre cada una de las partes: el primero da comienzo a una relación socialmente inaceptable, basada en la dependencia afectiva, en la unión de dos soledades; el segundo nos aboca  al final de la historia. En la cafetería, el viejo cumple simbólicamente la promesa que le hizo a Casi en la última secuencia de la primera parte, pero ambos saben que ese anillo de papel, igual que el anillado de las aves,  representa el adiós de dos seres que, al salir de la cafetería, toman caminos opuestos: el viejo, "hacia el pasado"; la niña "hacia el futuro" (pág. 136).

Ambos personajes son antihéroes, dos pájaros heridos, dos seres solitarios, marginados, porque se apartan de la normalidad. La de Casi es una situación temporal, transitoria; la del viejo, definitiva e irreversible. Casi es una chica de clase media "con padres que tratan de hacerlo lo mejor posible" (pág. 30). Su aspecto físico se nos esconde, del mismo modo que ella oculta su cuerpo bajo sus ropas amplias. Únicamente conocemos aquello que más la mortifica (su gordura, sus granos en los brazos, su  cara de pan) y lo que el viejo le dice, que tiene "unos ojos bonitos y  soñadores"  (pág. 51). Acomplejada por su físico, muy alejado del modelo impuesto por sus compañeras, que rivalizan entre ellas "para ver cuál está más buena" (pág. 35), es la única que no tiene novio, tampoco tiene amigas y odia los trabajos en grupo, obligatorios en el instituto. Una chica con "problemas de integración", según la orientadora de su instituto, quien ha anotado en su cuaderno: "acomplejada pero inteligente, es posible que se crea superior al resto" (pág. 75). Una "casi" adolescente "rabiosa, injusta con su entorno, maleducada a
Imagen de un jilguero./EFE (cadenaser.com)
veces", "incomprendida" y "sin oyentes, salvo ahora que al menos ha encontrado a ese hombre" (pág. 30). Molesta en principio con el viejo, a quien considera un intruso y un plasta, poco a poco irá interesándose por los pájaros y disfrutando con las canciones de Nina Simone. Agradece que no le haga preguntas indiscretas, pero al mismo tiempo le fastidia que el hombre no demuestre más interés por ella. Porque la insegura  Casi, que tiene una vida convencional y nunca ha vivido nada digno de ser contado, la Casi rechazada,  necesita más que nada sentirse atractiva, interesante, especial. Y conforme pasan los días y se sabe a punto de ser descubierta, va creciendo en ella la  necesidad de protagonizar una historia que contar, una historia que le dé ante los demás un aura de chica mala. Porque, como ha escrito Charo Ramos (en Diario de Sevilla, 23/09/2018),
Casi no es una nínfula pero las palomitas y las patatas tienen, en esta novela pequeña y magistral, el sabor de la manzana con la que Eva tienta a su compañero en ese jardín del bien y del mal donde nada es lo que parece. 
Pero, cuando  la realidad está lejos de ajustarse a sus deseos, serán su diario -en el que vuelca sus fantasías, incluidas las eróticas- y las ideas preconcebidas de los adultos los que la conviertan en falsa protagonista de esa historia que anhela desesperadamente.

A través de la mirada de Casi, vamos descubriendo al viejo, un personaje poliédrico, enigmático y sorprendente. Ataviado con ropa elegante pero anticuada, a Casi le recuerda a un distinguido profesor, antiguo vecino suyo (pág. 16). Parece un hombre tímido,  sin malicia, que habla como un niño, nunca miente y tiene unos conocimientos asombrosos sobre sus dos grandes pasiones, los pájaros y  Nina Simone. A Casi le resulta tan desconcertante como
el contraste entre su rostro de frente y su rostro de perfil, el primero de apariencia inocente y hasta bobalicona, el segundo introspectivo y sabio, como si pertenecieran a dos caras diferentes de dos hombres diferentes. (pág. 34)
Después sabremos, por él mismo,  de la amargura de  un hombre marcado por un estigma familiar "como una res marcada por el fuego" (pág. 79), rechazado por su madre y recluido en un psiquiátrico. Una persona de aspecto inofensivo pero con antecedentes; con algún tipo de desorden mental, en opinión de los "vigilantes de la moral que hacen sus diagnósticos  mentales diseccionando familias" (pág. 76); un "pobre zumbado" para un policía; un retrasado según los padres de Casi, un loco para otros; un "viejo ridículo, patético, con pinta de colgado y de enfermo" (pág. 136), a juicio de la camarera. Él se confiesa obsesivo y cabezota (pág. 39), pero rechaza  la etiqueta de loco con que la sociedad lo ha clasificado:
Él solo tiene las conexiones cerebrales enlazadas de un modo diferente; ciertas conexiones, ¡no todas!, lo que significa que algunas cosas no las hace muy bien —no las puede hacer muy bien—, pero en otras en cambio es un hacha, ¡no tiene competencia! (pág. 81)
No obstante, son muchas las zonas de sombra, los vacíos, los interrogantes,  en la historia de este hombre que se resiste a hablar de sí mismo. Un inocente maltratado por la vida, rechazado por todos, un marginado social sin posibilidad de reinserción. Un personaje que, como recuerda Rafael Fuentes (El Imparcial, 18/11/2018), pertenece a la estirpe de otros tan inolvidables como el "Boo" Radley de Matar un ruiseñor   o el Azarías de Los santos inocentes.

El viejo es incapaz de dar respuesta a la pregunta  de Casi sobre por qué se centra solo en los pájaros y
La cantante Nina Simone. Foto: David Redfern/Redferns
en Nina Simone,  pero más tarde le confiesa que cuando su vida se torció encontró consuelo en los pájaros, que lo salvaron del rencor (pág. 86). Los conocimientos del viejo sobre pájaros le servirán a la autora, a modo de fábulas animalescas, para que los personajes se expliquen a sí mismos y para explicárnoslos a los lectores. A fin de que Casi entienda  su desesperación en la clínica, el viejo recurre al símil de los pájaros enjaulados —con su carga simbólica de falta de libertad—, que se golpean contra los  barrotes y se destrozan el pico tratando de escapar (pág. 82). La niña comprende que la canción  "Blackbird" de Nina Simone  quizá también trata de él o incluso de ambos (pág. 80) y se pregunta si ellos son dos pájaros teñidos para ocultar su debilidad cuando el viejo habla ya de otros pájaros "que se resistieron a participar en el juego", "que se mantenían aparte aunque les costase el repudio" (pág. 46). Los pájaros sin patas a que alude el viejo (pág. 71) representan para los personajes  la libertad y la pureza que quisieran en sus vidas;  mientras que  Domingo Ródenas de Moya (elPeriódico, 2/10/2018)   los asocia  a los protagonistas, "seres carenciales con serias dificultades de posarse en el suelo". Cuando la niña Casi se ve impulsada  a hacer cosas de adultos, el narrador observa que, en ese momento,  rompe el silencio el canto de un estornino (pág. 101), ese pájaro del que ha dicho el viejo que imita el canto de otras aves y confunde. En cuanto a Nina Simone, con quien el viejo comparte la marginación y el paso por una clínica psiquiátrica, según Rafael Fuentes, "asume el rol de gran 'ave humana' enjaulada junto a los afrodescendientes herederos de la esclavitud, y cuyas prodigiosas canciones se convirtieron en himnos a la libertad".

Sara Mesa retoma en esta novela el motivo del viejo y la niña, de larga tradición literaria, para subvertirlo, pues el desarrollo de la novela rompe con las expectativas de los lectores, que se ven obligados a revisar sus prejuicios.  Son precisamente esas ideas preconcebidas ("El viejo engaña, tiene intenciones ocultas.", pág. 95) las que  hacen pasar la ficción por realidad y  al  inocente por culpable, porque quien debe averiguar la verdad de los hechos busca únicamente que el relato de los mismos concuerde con sus sospechas, con lo que parece esperable de la relación entre esta "pareja inadmisible, sin sentido" (pág. 136), porque "era más fácil creer que había pasado todo antes que admitir que, posiblemente, no había pasado nada" (pág. 113).

Una vez más, la autora consigue presentar la realidad desde un ángulo nuevo y sorprendente, en este caso con una absorbente y espléndida novela que nos habla, como observa  Carlos Zanón, de "la destrucción de la pureza, de lo irrepetible, de lo raro a manos del catálogo, la ley y lo cotidiano".

                                                                             Josefina López Granada

Como complemento a la lectura, nuestra compañera  Inocencia Torres nos sugiere escuchar el canto de los pájaros en el siguiente enlace: 

También te proponemos oír "Blackbird", la canción de Nina Simone:


1 comentario:

  1. !Me encanta Nina Simone, la pianista a la que frustraron su aspiración a ser una intérprete clásica de su idolatrado Bach por racismo! Menos mal que aún hizo algo mejor con sus propias ideas.
    Carlos San Miguel

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