domingo, 28 de abril de 2019

"No quiero", de Ángela Figuera Aymerich



             NO QUIERO

No quiero
que los besos se paguen
ni la sangre se venda
ni se compre la brisa
ni se alquile el aliento.

No quiero
que el trigo se queme y el pan se escatime.

No quiero que haya frío en las casas,
que haya miedo en las calles,
que haya rabia en los ojos.

No quiero
que en los labios se encierren mentiras,
que en las arcas se encierren millones,
que en la cárcel se encierre a los buenos.

No quiero
que el labriego trabaje sin agua,
que el marino navegue sin brújula,
que en la fábrica no haya azucenas,
que en la mina no vean la aurora,
que en la escuela no ría el maestro.

No quiero
que las madres no tengan perfumes,
que las mozas no tengan amores,
que los padres no tengan tabaco,
que a los niños les pongas los Reyes
camisetas de punto y cuadernos.

No quiero
que la tierra se parta en porciones,
que en el mar se establezcan dominios,
que en el aire se agiten banderas,
que en los trajes se pongan señales.

No quiero
que mi hijo desfile,
que los hijos de madre desfilen
con fusil y con muerte en el hombro;
que jamás se disparen fusiles,
que jamás se fabriquen fusiles.

No quiero
que me manden Fulano y Mengano,
que me fisgue el vecino de enfrente,
que me pongan carteles y sellos,
que decreten lo que es poesía.

No quiero
amar en secreto,
llorar en secreto,
cantar en secreto.

No quiero
que me tapen la boca
cuando digo NO QUIERO...

     De Mujer de barro, 1948

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domingo, 21 de abril de 2019

"Amo lo que se hace lentamente" y otro poema de Basilio Sánchez


© Volker Olij



AMO lo que se hace lentamente,
lo que exige atención,
lo que demanda esfuerzo.

 Amo la austeridad de los que escriben
como el que excava en un pozo
o repara el esmalte de una taza. 

Mi habla es un murmullo,
una simple presencia que en la noche,
en las proximidades del vacío,
se impone por sí sola contra el miedo,
contra la soledad que nos revela
lo pequeños que somos. 

El poeta no ha elegido el futuro.
El poeta ha elegido descalzarse en el umbral del desierto.


*                    *                    *

LA luz del medio día,
como un pájaro ciego,
se sostiene en lo más alto del aire.
Las raíces del mosto sacan agua
de las profundidades de la tierra.

Hay un hermanamiento,
una especie de familiaridad entre las cosas
que conforman el mundo,
como si cada una cuidara de la otra,
como si la alegría en que viven inmersas
fuera un logro de todas,
la conquista de la comunidad.

Acercarnos con afecto a las cosas
nos permite intimar con lo sagrado
que permanece en ellas.

La mañana está en deuda con la cosecha de las flores.
El que entiende de pájaros entiende de narcisos.


 De He heredado un nogal sobre la tumba de los reyes, Visor, 2019


Basilio Sánchez [hoy.es]
Basilio Sánchez (Cáceres, 1958) es un poeta español, destacado representante de la Generación de la Democracia. Licenciado en Medicina y especialista en Medicina Intensiva, actualmente es responsable de la UCI en el hospital de San Pedro de Alcántara. 

Con su primer poemario, A este lado del alba, consiguió un accésit del Premio Adonáis en 1983. Diez años más tarde, apareció su segundo libro, Los bosques interiores, al que siguieron La mirada apacible (1996), Al final de la tarde (1998), El cielo de las cosas (2000), Para guardar el sueño (2003), Entre una sombra y otra (2006), Las estaciones lentas (2008), Cristalizaciones (2013), Esperando noticias del agua (2018) y He heredado un nogal sobre la tumba de los reyes (2019, XXXI Premio Fundación Loewe). El conjunto de su obra poética está recogido en el volumen Los bosques de la mirada. Poesía reunida 1984-2009 (2010). Su poesía ha recibido, además de los premios mencionados, el accésit del Premio Gil de Biedma en 1995 y 2003, el  Premio Internacional de Poesía Unicaja (2005), el Tiflos (2008), el Premio Extremadura a la Creación a la Mejor Obra Literaria de Autor Extremeño (2007) y el Premio Ciudad de Córdoba "Ricardo Molina" (2012). Ha publicado también dos libros de narrativa: El cuenco de la mano (2007) y La creación del sentido (2015). Entre 2000 y 2003 fue codirector del Aula de Poesía José María Valverde de Cáceres. 

De la obra poética de Basilio Sánchez, situada en la llamada poesía del conocimiento, Túa Blesa (El Cultural, 08/03/2019) destaca su unidad profunda: "el presupuesto de que, más allá de la relación con las cosas, exista la posibilidad de trascenderlas para establecer otro vínculo con ellas, con el mundo, un vínculo que se nombra como lo sagrado". Y añade que esta idea, presente también en su último libro, conecta la poesía de Basilio Sánchez con la de Hölderlin, Wallace Stevens o René Char, y con la de los españoles Claudio Rodríguez o Antonio Colinas.

El poeta  define su último libro, en el que los poemas son una celebración de la naturaleza, como "una meditación, el libro de  horas de un contemplativo o el breviario de un paseante solitario". Muy clarificadoras resultan las palabras de la escritora colombiana Piedad Bonnett  sobre He heredado un nogal sobre la tumba de los reyes:
Partiendo de una mirada contemplativa que se detiene en la unidad de lo pequeño, en sus fulgores y revelaciones, pero también exalta el misterio del origen inmenso y la labor del poeta, que no es ningún iluminado sino un artesano de la palabra. Esta austeridad que el poeta busca no está exenta, sin embargo, de sensualidad, de imágenes teñidas de colores, sonidos y sensaciones. La suya es una poesía sutil, serena, sin estridencias, que propone una utopía que es también una ética: consustanciarse con el todo. Este libro reafirma la poesía como acto de fe, como un camino de vuelta a lo esencial, a lo que aun callando se revela.

[Imagen jacintos: Dogalize] 

domingo, 14 de abril de 2019

"Sobre un instante griego", de Jaime Siles





                 SOBRE UN INSTANTE GRIEGO

¿Hay un momento más hermoso y único en la historia
que aquel en que los griegos de la Anábasis, dakruontes,
"con lágrimas en los ojos", pudieron ver por fin el mar?
Pienso que no, aunque quiero creer que hubo,
hay y habrá otros muchos instantes como aquel.
Esos momentos son los que, con más entusiasmo
y pasión, debemos recordar. Aprendemos en ellos tantas
       cosas:
estuvimos allí antes de tener nosotros existencia y seguimos
y seguiremos estando y asistiendo como testigos siempre
a su mágica y coral intensidad. Lo profundo del tiempo
allí se manifiesta, y la verdad del ser humano se nos da.
En un momento u otro de la vida todos somos partícipes
de su misma alegría y sentimos dentro de nosotros
aquella mágica y coral intensidad que Jenofonte narra.

De Galería de rara antigüedad, Visor, 2018


Con Galería de rara antigüedad el prestigioso poeta y filólogo Jaime Siles, catedrático de  Filología Latina en la Universidad de Valencia, obtuvo el XXVIII Premio de Poesía Jaime Gil de Biedma. Se trata de un libro con el que el autor intenta expresar su visión de la Antigüedad clásica, "un mundo inagotable". El término 'galería' del título parte de una frase del filólogo Luis Gil incluida en el libro Introducción a Homero, en la que  afirma que la Antigüedad clásica y, en especial, La Ilíada "constituyen una galería de conductas, de paradigmas, de conductas humanas a seguir". El sintagma 'de rara antigüedad' que complementa al núcleo se debe, explica el autor, a que en el poemario "hay muchos monólogos dramáticos, pero objetivados en otras personas que no son el autor. Los poemas son de ahora, aunque el mundo al que se refieren sea de entonces". Porque, como se explica en la contraportada del poemario:
Este libro asume y desarrolla el precepto nietzscheano de revivir en sí la Antigüedad Clásica, de objetivarla sobre una serie de imágenes, estampas y situaciones en las que se proyecta no tanto la nostalgia de su mundo  como la consistencia de su realidad, tan necesaria para comprender en su compleja profundidad la nuestra.
El poema elegido hace referencia a  un pasaje de la Anábasis del historiador Jenofonte (Atenas, ca. 431 a. C.- Corinto, 354 a. C.). En este libro, también llamado Expedición de los diez mil, Jenofonte narra la expedición de los mercenarios griegos que apoyaron la rebelión de Ciro el Joven de Persia, quien ambicionaba despojar del trono a su hermano Artajerjes II. Este cuerpo de ejército, al que se unió Jenofonte, en el año 401 a. C., atravesó Asia Menor, donde se unió a otras fuerzas reclutadas por Ciro. Pero en Cunaxa, cerca de Babilonia, el ejército de Ciro (integrado por 12.500 griegos, entre hoplitas y peltastas, y 50.000 bárbaros)   fue derrotado por el de Artajerjes, formado por 200.000 hombres, y Ciro, alcanzado por una flecha, resultó muerto. El ejército de Ciro se dispersó y los griegos se encontraron en territorio desconocido, sin protección alguna y a merced del ejército del rey, que se proponía exterminarlos. Muertos los jefes de los expedicionarios griegos, Jenofonte, que tenía entonces de veinticinco a treinta años, se vio obligado a tomar el mando de este ejército destrozado y conducirlo de vuelta a casa hasta llegar a las costas del mar Negro. El poema alude al emocionante momento en que estos hombres, nacidos en islas o en poblaciones costeras, vuelven a ver el mar después de tanto tiempo y tantas calamidades:
Al quinto día llegaron a la cima de la montaña llamada Teques. Cuando los primeros alcanzaron la cumbre y vieron el mar prodújose un gran vocerío. Al oírlo Jenofonte y los que iban en la retaguardia creyeron que se habían encontrado con nuevos enemigos [...]. Pero como el vocerío se hacía mayor y más cercano y los que se aproximaban corrían hacia los voceadores, como el escándalo se hacía más estruendoso a medida que se iba juntando mayor número, parecióle a Jenofonte que debía de tratarse de algo más importante, y montando a caballo se adelantó con Licio y la caballería a ver si ocurría algo grave. Y en seguida oyeron  que los soldados gritaban: "¡El mar!, ¡El mar!", y que se transmitían el grito de boca en boca. Entonces todos subieron corriendo; retaguardia, acémilas y caballos avanzaron vivamente. Cuando llegaron todos a la cima se abrazaron con lágrimas los unos a los otros, generales y capitanes.
 (Jenofonte, La expedición de los diez mil (Anábasis), Espasa-Calpe, Colección Austral, nº 79, Madrid, 1939)
Francisco García Jurado, en  su reseña Jaime Siles, "lo profundo del tiempo", escribe sobre este poema:
En otras lenguas acaso se puede vivir, pero sólo en la griega reside esa capacidad intelectiva [...] Por ello, una sola palabra griega, "dakuóntes", que aparece en un pasaje de la Anábasis de Jenofonte (4, 7, 24), sirve para revelar un momento único de la literatura griega, justamente el instante en que los helenos que iban con Jenofonte, tras recorrer la Anatolia, vieron el mar en Cilicia; fue allí donde su emoción, compartida, les hizo llorar.
Ruta de Jenofonte y los Diez mil. [Wikipedia]
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[Imagen inicial: Home-CostaClub]

jueves, 11 de abril de 2019

Libros: Novedades

Os presentamos el boletín de novedades de final del segundo trimestre con algunas sugerencias de lecturas para estas vacaciones: novelas, cómics, clásicos adaptados… para todas las edades.

Desde “El hacedor de sueños” os deseamos unas FELICES VACACIONES y unas FELICES LECTURAS. Y recordad que, aunque estemos de vacaciones, no faltarán colaboraciones como “el poema de la semana” y otras.

martes, 9 de abril de 2019

XVI Concurso escolar de lectura en público


XVI CONCURSO ESCOLAR DE LECTURA EN PÚBLICO

      El jueves día 4 de abril, Noemí Radu y África Hernández, dos alumnas de 3º de ESO, participaron en la XVIª edición del Concurso escolar Leer en público que se desarrolló de forma simultánea en cuatro sedes de Aragón (Huesca, Zaragoza, Teruel y Fraga). El IES Goya se desplazó hasta la Biblioteca Aragón en cuya Sala Multiusos intervinieron los alumnos de Enseñanza Secundaria con la lectura de textos en castellano. 

        Participar en estas actividades es siempre un éxito. El premio es seguro: aprender a disfrutar de la lectura expresiva; comprobar que, si se trabaja y se tienen aptitudes, un texto bien leído puede conmover y emocionar; comprender lo importante que es respetar los signos de puntuación; y ser capaz de vencer el miedo al público. 

      
           Es un gusto poder escuchar los textos voluntarios elegidos por distintos centros escolares: un fragmento de El camino, de Delibes; A Margarita Debayle, conocido poema de Rubén Darío; La gota de agua que no quería perder su individualidad, de Amado Nervo; un poema de José Antonio Labordeta, etc.).

            Como texto obligatorio todos los grupos leyeron El Etnógrafo de Jorge Luis Borges, un relato complejo, lúcido y sugerente, como todos los de su autor, que podéis leer completo, por ejemplo, en  https://www.mtholyoke.edu/courses/rdiaz/span209/El%20etnografo.pdf

      Nosotros, como texto voluntario, elegimos la escena 13 de Incendios, obra del dramaturgo libanés Wadji Mouawad, quien se vio obligado a emigrar con su familia a causa de los conflictos civiles que asolaban su país (primero a Paría, posteriormente a Canadá). En la escena que nuestras alumnas leyeron, Nawal, a quien de adolescente le habían arrebatado a su hijo, cumple la promesa hecha a su querida abuela de que, una vez hubiese aprendido las letras, regresaría al campo de refugiados para inscribir su nombre en la lápida de su tumba. Es entonces cuando Sawda, una joven cansada de la resignada y mutilada vida del campo, le pide ir con ella; le promete ayudarla a buscar a su niño a cambio de que le enseñe a leer y a escribir.

      Incendios es una obra llena de fuerza, dolor y poesía que cuando fue llevada al cine obtuvo también el éxito y consiguió llegar a un público todavía más amplio (Óscar a la mejor película de habla no inglesa en 2011).

      A continuación os ofrecemos el texto completo de la escena 13:

Incendios
Escena 13, Sawda

SAWDA: ¡Te he visto! Te he observado de lejos cuando grababas el nombre de tu abuela sobre           la lápida. Luego te levantaste de repente y has huido a la carrera. ¿Por qué?
NAWAL: ¿Y tú, por qué me has seguido?
SAWDA: Quería verte escribir. Ver si era verdad. Aquí, el rumor ha corrido muy rápido esta    mañana. ¡Después de tres años, has vuelto! En el campo decían: “Nawal ha vuelto, sabe escribir, sabe leer”. Todo el mundo reía. Corrí para esperarte a la entrada del          pueblo, pero tú estabas ya aquí. Te vi golpear al hombre con el libro, vi temblar el libro      en el extremo de tu mano y pensé en todas las palabras, en todas las letras, al rojo    vivo por la cólera que habitaba tu rostro. Te fuiste y yo te seguí.
NAWAL: ¿Qué quieres?
SAWDA: Enséñame a leer y a escribir.
NAWAL: No sé.
SAWDA: ¡No mientas! Te he visto
NAWAL: Me voy. Dejo el pueblo. Así que no puedo enseñarte.
SAWDA: Te seguiré. Sé a dónde vas.
NAWAL: ¿Cómo lo sabes?
SAWDA: Yo conocí a Wahab. Somos del mismo campo. Veníamos del mismo pueblo. Es un     refugiado del Sur, como yo. La noche en que lo trajeron, gritaba tu nombre.
NAWAL: ¿Quieres encontrar a Wahab?
SAWDA: No te burles de mí. Sé a dónde vas, te digo. No es a Wahab a quien quieres encontrar; es a tu hijo. Tu hijo. Ya ves, no me equivoco. Llévame contigo y enséñame a leer. A   cambio, te ayudaré. Sé viajar, y dos seremos más fuertes. Dos mujeres juntas. Llévame. Si estás triste, te cantaré; si estás débil, te ayudaré; te llevaré. Aquí no hay nada. Me    levanto por la mañana y me dicen: “Sawa, eso es el cielo”, pero no me dicen nada sobre el cielo. Me dicen: “Eso es el viento”, pero no me dicen nada sobre el viento. Me señalan el mundo y el mundo está mudo. Y la vida pasa y todo es opaco. He visto las letras que has grabado y he pensado: “Eso es un nombre”. Como si la piedra se hubiera     vuelto transparente. Una palabra y todo se ilumina.
NAWAL: ¿Y tus padres?
SAWDA: Mis padres no me dicen nada. No me cuentan nada. Les pregunto: “¿Por qué hemos dejado el Sur?”. Ellos me dicen: “Olvida. Para qué. No pienses más en ello. No hay Sur.  No tiene importancia. Estamos vivos y comemos cada día. Eso es lo que cuenta”.  Dicen: “Aquí la guerra no nos atrapará”. Respondo: “Nos atrapará. La tierra está herida por un lobo rojo que la devora”. Mis padres no cuentan nada. Yo les digo: “Me acuerdo, huimos en medio de la noche, unos hombres nos echaron de nuestra casa. La destruyeron”. Ellos me dicen: “Olvida”. Yo digo: “¿Por qué mi padre llora de rodillas delante de la casa en llamas? ¿Quién la quemó?” Me responden: “Todo eso no es verdad. Lo has soñado, Sawda, lo has soñado”. Así que no quiero seguir aquí. Wahab gritaba tu nombre y era como un milagro en medio de la noche. A mí, si me llevaran, no me vendría ningún nombre a la garganta. Ninguno. ¿Cómo amar aquí? No hay       amor, no hay amor, y, como me dicen: “Olvida, Sawda, olvida”, entonces, olvidaré. Olvidaré el pueblo, las montañas y el campo y el rostro de mi madre y los ojos arrasados de mi padre.
NAWAL: Nadie olvida, Sawda, te lo juro. Ven de todos modos. 


                                                               Departamento de Lengua y Literatura castellana