Reiniel Pérez Ventura (Santa Clara, Cuba, 1999) es poeta y estudiante de Lengua inglesa y francesa en la Universidad Central "Marta Abreu" de las Villas. En 2022, su obra Elegías del inocente y el maldito recibió el Premio Extraordinario de Poesía Centenario de Clarilda Oliver Labra. Las sílabas y el cuerpo, ganador del XXXV Premio Loewe, es su primer libro publicado. Con él se convirtió en el poeta más joven hasta la fecha en ganar este prestigioso galardón, con 23 años. El jurado del premio describió la obra como "un libro unitario y rítmico, un poema en partes, con gran soltura expresiva y voluntad de innovación".
Sergio García Zamora, poeta cubano y paisano de Reinel Pérez Ventura, señala en la contraportada del libro sus dos fuentes de inspiración:
"Dos grandes obsesiones mueven estas páginas: la escritura y el erotismo. A Reiniel Pérez Ventura la palabra y la mujer lo inspiran por igual; con él las sílabas y el cuerpo se vuelven lo mismo. El poeta se encuentra ante una doble seducción, pero ha renunciado a lo meramente anecdótico, a los lugares comunes del arte de amar contemporáneo; el poeta se sumerge en el desentrañamiento de la naturaleza propia del amor como de la poesía y su encarnación en el idioma. Todo ello gracias a un tono laudatorio, de alabanza perenne, de oda transida por lo filosófico, aunque es la sola inocencia del cantor frente a la amada lo que nos deja ver la belleza y la verdad".
En efecto, en el libro se produce una correspondencia entre ambos, pues la mujer es el poema: "Mujer, texto" y el poema, cuerpo. Un planteamiento decisivo, en opinión del profesor y crítico Túa Blesa:
"no es que cuerpo y poesía intercambien o compartan sus esencias, sino que cuerpo y poesía conforman una única identidad, se trata de dos nombres que son variantes de lo mismo. De ahí que el yo que habla se dirija, a lo largo de todo el libro, a un tú que es tanto lo uno como lo otro y 'poesía' y 'cuerpo' y todo su campo semántico están fundidos y no por una relación alegórica, sino por una metáfora extendida que ha hecho de la semejanza la unidad real.[...] Esa identidad vendría a ser un desarrollo de la que estableció Juan Ramón Jiménez en su famoso poema V de Eternidades, donde la poesía al fin 'apareció desnuda toda [...] poesía /desnuda mía para siempre'.[...] Así, los poemas son tanto palabras de amor o de expresión del deseo, ya en la ausencia, ya en el encuentro, como un discurso metapoético, una reflexión sobre lo que la poesía es para quien habla".
En consecuencia, una posible lectura del libro afirmaría, para Túa Blesa, que el presupuesto que lo inspiraría "es la idea de lo poético del goce erótico y al mismo tiempo el erotismo de la palabra poética".
Sobre la presentación de la amada como sujeto pasivo, foco de admiración contemplativa y en total sintonía con el universo orgánico, reflexiona el poeta relacionándolo con la tradición hispanoamericana:
"Quiero imprimirle esa naturaleza vegetal, esa naturaleza en movimiento, que asciende, que eleva a la mujer. Rilke decía que lo que uno está amando es la sangre que uno tiene detrás. Todas sus generaciones anteriores. Y creo que hay una suerte de tradición latinoamericana muy grande en esa misma línea, de La amada inmóvil, de Amado Nervo, a Piedra de Sol, de Octavio Paz. Puede ser, en cierto sentido, una limitación del libro. Pero no entiendo otra forma de protagonizar el poema y compartir mi punto de vista. Hay una necesidad de buscarse uno mismo en la amada".
-Reinel Pérez Ventura, entrevista concedida a Eva Blanco Medina, Vogue España, 28 de abril de 2023.
Ah, pues es verdad... Después de leer la explicación veo que la mujer es el texto, literalmente: "... siempre acostada..." " en tu (las palabras) saltan despacio al borde..." Las palabras, de izquierda a derecha, siempre acostadas horizontalmente y que al final de cada verso saltan al siguiente....¡Genial, me gusta mucho eso.
ResponderEliminar¡Y qué precocidad, con 23 añicos...
Oye, me encanta está identificación, como propia, de la literatura hispanoamericana por nosotros los españoles, y a la inversa. Así somos más grandes.
Carlos San Miguel