TREINTA ESCALONES
Para Paula Bozalongo, abril de 2021
Nunca he sido muy dado a las ciencias exactas, o más bien al contrario: refugiándome siempre en las palabras aprendí a contar sílabas muy pronto sin prestar atención al resto de las reglas.
Y sin embargo, hoy, sé que esta multiplicación no se repetirá nunca jamás: treinta por dos, sesenta -los tuyos y los míos-.
Yo no te volveré a doblar la edad ni tú tendrás ya más la mitad de la mía.
No debes preocuparte: son solo matemáticas y no nos hace falta calcular estructuras para saber que este edificio aguanta porque lo construimos sobre tierra robusta, con un cimiento sólido para ir levantando, poco a poco, las plantas que al final componen una vida.
Y, desde la atalaya, puedo ver como tú vas subiendo peldaños, te acercas a la cumbre.
Solo puedo decirte que no mires abajo, que te detengas solo para tomar impulso. A tu lado estarán tanto los que te alientan como aquellos que quieran impedirte el ascenso: de los primeros toma el ejemplo que puedas, de los demás, ni el agua que te ofrezcan.
Disfruta del camino sin olvidar la meta, pero sabiendo siempre que lo más importante está en cada etapa, cada pequeño tramo, cada paso que das, uno tras otro.
Te dolerán los pies algunas veces, te escocerán los ojos algún día, tendrás frío en las manos en invierno, pero todo será malestar pasajero cuando alguien te abrace o te ofrezca un pañuelo o te acerque una manta.
Yo seguiré observando, al lado del camino, anotando estos versos y otros muchos que debes olvidar, para seguir creciendo y escribir en los tuyos el libro de tu vida.
De Los días generosos, Sonámbulo Ediciones, 2021
FE
He cambiado de barrio y de trabajo a pesar de quien dijo que en tiempo de tormenta no es bueno hacer mudanza. Leo las discusiones y todas las variantes sobre el significado de la célebre frase de Ignacio de Loyola y me pongo de acuerdo, al fin, conmigo mismo: contradecir al santo es volver a creer en el futuro, recuperar la fe en tres o cuatro amigos, confiar tus secretos y tus llaves a quien oye tus pasos desde el piso de abajo, reservar un rincón en los armarios a las que van y vienen estando siempre aquí, reciclar los recuerdos para que algunas fotos dejen de hacernos daño cuando desde el papel nos miran los ausentes. Básicamente en esto se resume la fe de los incrédulos: en que una vida entera es más apetecible que la incierta promesa de una vida eterna.
ANA MARÍA
A mi madre
No conozco otro nombre que se pueda leer de arriba abajo o de derecha a izquierda o de izquierda a derecha sin cambiarle el sentido, y por más que buceo entre los diccionarios no puedo hallar palabras que mejor te definan: Eva también fue madre pero se vuelve Ave si le damos la vuelta, y nos lleva hacia Roma donde tú sabes bien que se encuentra el Amor, porque la luz azul puede alumbrarnos de cualquier manera y uno puede tratar de ser distinto pero se es o no se es a pesar nuestro. Tú pudiste ser cauce o ser camino pero quiso la vida que al final fueras isla. Los demás navegamos en busca del tesoro alrededor del mundo, haciendo de tu playa un buen refugio, volviendo siempre a casa para que nos des agua cuando tenemos sed.
De Nombrar la herida, Sonámbulos Ediciones, 2022 |
¡ Caray, cuánto ingenio poemizado... jejeje. Por un lado el del cálculo matemático y por otro, el de la simetría silábica.
ResponderEliminarEl primero es emocionante. Me ha gustado esa advertencia sobre las dos clases de personas con las que se ha de encontrar la hija en la vida.
Y el poema dedicado a la madre y a la simetría, también me ha gustado mucho.
Respecto al dogma de San Ignacio de Loyola, pues ahora no sé exactamente qué predicaba, pero intuyo que la fe ciega en la vida eterna en la que yo tampoco creo demasiado.
Carlos San Miguel
Se refiere a la famosa regla "En tiempos de tribulación, no hacer mudanza".
Eliminar¡Ahhh...¡Gracias Josefina. Un poco demasiado conformista parece esa sentencia...
Eliminarcarlos