domingo, 7 de noviembre de 2021

Dos poemas de María Elena Higueruelo


Calle de la Judería de Tarazona, Zaragoza (Imjoying)

-
HE ENCONTRADO UN ATAJO

Perdidos en la Judería

Muchachas de Jerusalén: yo os invoco.

Muchachas de Jerusalén, dejad que mi amor venga
con las manos vacías,
con las manos 
sin frutos ni manjares. Dejad que venga 
a mí sin nada; así yo,
imposible Sulamita, pálida y mundana,
llenaré las suyas con las mías.

Muchachas de Jerusalén, dejad que mi amor venga
por este atajo: acortad la distancia
entre su abrazo y el mío;
ya sé que no puede aliviar
de las cosas el peso, pero cuando
permanece aquí cerca sí consigue
que no me importe soportar tamaña carga.
Por favor,

muchachas de Jerusalén, dejad que mi amor venga
para quitarme la corona de espinas
y, en su lugar, trence en mi pelo
una corona de flores azules
que expanda el olor de su nombre.
Así yo le ofreceré este cantar,
aunque no sea el más bello, aunque no
sea digno de un rey.
Quizá mi amor lo estime
al menos digno de lo nuestro:

       Amor, yo repudio
      el pasado y el porvenir
      por este instante contigo.

De Los días eternos, 2020


LA MITAD DE LA MITAD

Defienden los físicos la idea
de que si divides por dos la materia
                                 sucesivamente
llega un momento en que ésta,
exhausta, se rinde y desintegra.

Por el contrario, los matemáticos
insisten —insistimos— en que
hasta llegar, aún más exhaustos,
al infinito (que, todos sabemos,
                      nunca se alcanza)
podría alargarse el proceso
y dividir, y dividir
sin llegar a cero
                         indefinidamente.

Aun sabiendo la respuesta, lanzo 
la pregunta a nadie como quien lanza
una moneda al aire con dos caras:
¿quién está en lo cierto?

Cada día te recuerdo 
la mitad que el anterior.
En teoría, te querré de por vida.
En la práctica, llegará el día
en que nunca más vuelva
—ni tan siquiera la mitad
de la mitad— a hacerlo.
¿Cuándo, entonces,
la sexta noche termina?

De El agua y la sed, 2015

María Elena Higueruelo (abc.es)
María Elena Higueruelo (Torredonjimeno, Jaén, 1994) es una poeta española. Graduada en Matemáticas y en Literaturas Comparadas por la Universidad de Granada, donde también ha cursado el Máster en Estudios Literarios y Teatrales. Ha publicado los poemarios El agua y la sed (Hiperión, 2015), con el que obtuvo el XVIII Premio de Poesía Joven Antonio Carvajal, y Los días eternos (Rialp, 2020), ganador del Premio Adonáis 2019 y del Premio de Poesía Joven Miguel Hernández 2021. Ha sido incluida en las antologías Nacer en otro tiempo (Renacimiento, 2016), Piel fina (Maremágnum, 2019) y Cuando dejó de llover (Sloper, 2021).

En opinión de la autora, El agua y la sed es el resultado "de una escritura muy intuitiva, directa con intereses propios de la edad y de mi materia de estudio, las Matemáticas, con las que jugaba mucho a nivel semiótico". Así ocurre en el poema "La mitad de la mitad", en que recurre a las Matemáticas para preguntarse cuándo acaba el olvido. 

Los días eternos, escrito durante su etapa como estudiante de Literaturas Comparadas, responde, según Higueruelo, "al entusiasmo de adentrarme en un nuevo campo de estudio, de descubrir más referencias y seguir el pensamiento literario y poético. Se trasluce de un poemario a otro una meditación más profunda en torno al ejercicio creativo. La escritura deja de ser visceral y se vuelve más simbólica, más extraña".  Como explica su editor, este poemario "deja entrever una profunda reflexión sobre el paso del tiempo, sometido éste tanto a la inconsciencia del pasado (la infancia y la adolescencia) como a la plena lucidez del presente (la madurez de la autora) y a la incertidumbre del futuro". Un poemario del que el jurado del Premio Adonáis destaca "su atención constante a los mitos y el  juego con la literatura, integrados en una poesía personal que nos lleva desde la Antigüedad clásica a lo más pop, de la mano de una inteligente ingenuidad". En el poema "He encontrado un atajo" la intertextualidad nos remite al Cantar de los Cantares, libro del Antiguo Testamento atribuido tradicionalmente al rey Salomón, si bien actualmente se considera que no es obra de un único autor, sino una colección de canciones de los siglos V y IV a. C., recopiladas a principios del siglo III a. C.  Se trata  de cantos eróticos que celebran el amor humano protagonizado por un hombre y una mujer, un joven pastor y una sulamita (nativa de la aldea de Shulam) de piel oscura y gran belleza. Han sido separados y se buscan con desesperación, mientras expresan alternativamente sus sentimientos. En el poema, un yo poético femenino, como una "imposible Sulamita", expresa su impaciencia por reencontrarse con su amado, del que se ha visto separada ("Perdidos en la Judería"), y, como en el poema bíblico,  invoca a las "hijas de Jerusalen" solicitando su ayuda.

1 comentario:

  1. Unos poemas muy chulos.
    Me ha gustado esa simbiosis entre Matemáticas y Poesía que, para mucha gente no son miscibles y, sin embargo...
    Y el poema hebraico mola por su exotismo. Pero ¿por qué pedir permiso a las habitantes de Jerusalén? ¿porque ella es de una aldea, de Shulan, y las capitolinas, como suele pasar, están más duchas en las artes de la seducción jejeje
    ¡Qué fotico más alegre, eh jajaja
    Carlos San Miguel

    ResponderEliminar