domingo, 7 de octubre de 2018

Dos poemas de Fermín Herrero

Flor de saúco


Al aroma finísimo, un punto 
empalagoso, de la flor 
del saúco, la brisa de la tarde
orea el huertecillo. El agua viva
de la acequia regala su murmullo,
cuanto más simple, más hondura, como
querría uno transcurrir, casi
en silencio, con mucho cuidado.
Desde crío me ha tirado 
la tierra, removerla, sembrar,
vivir el crecimiento, la recogida.
Regresar, regresar a ella, oírla.

          De Sin ir más lejos, Hiperión, 2016


                  VER, OÍR, CALLAR


Cada instante es un don, cualquier palabra, cada
afecto, cada árbol, cada pájaro que oigo
o veo. Al empezar octubre es cuando más
lo siento, sin alivio posible estoy en cada
hoja, en cada latido, en cada desvelo que el tiempo
ha de archivar. Me dan cobijo. Estoy vivo, luego
estoy acompañado, su destino es mi voz
y es mi consuelo. Abandonados a su suerte
son la mía, pues lo que tiene raíz procura
fruto; lo que cariño, entrega. Y el que recibe, goza.

           De Endechas del consuelo, Junta de Castilla y León, 2006 


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Imagen: Fotolia

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