Lugar de ruiseñores
Está junto a una fuente. No es secreto.
Un barranco con zarzas, con aliagas,
con rosales silvestres, con adelfas.
Es un espacio donde el tiempo esculpe
un bronce vegetal exacto y limpio.
A ese lugar retornan por abril
los ruiseñores, y abren de inmediato
en la floresta su diálogo nocturno
sobre intactas verdades misteriosas,
en un idioma lleno de razones
que son un raro compromiso y son
al mismo tiempo hipnosis y soberbia.
No he vuelto a ese lugar. Lo guardé un día
en el firme paisaje de mi mente
donde el cielo pensado está cubriendo
la misma luz difícil, el prodigio
de la fidelidad que lo impalpable
a veces establece con lo grávido,
con lo real, con lo que el aire mueve.
Allí también puedo escuchar el canto,
la conjetura ardiente que medito.
Un poema precioso que parece compuesto por Félix Rodriguez Delafuente.
ResponderEliminarTenemos en la memoria parajes humildes que nos llenan de emoción. Cuando era crío, cerca de mi casa, que está a las afueras de mi pueblo, me gustaba mucho explorar "El Valle de las Ortigas" como llamaba a un barranco con huertas, muchas de ellas abandonadas, en cuyos orillos crecían chopos enormes cuyos troncos estaban cubiertos de hiedra; ni el doctor Livingstone habría gozado tanto explorando aquella selva...
Carlos San Miguel