domingo, 30 de agosto de 2015

"Y entre la maravilla del viento y de la greda...", de Carmen Pallarés


Gredas de Bolnuevo, Mazarrón (Murcia)


Y ENTRE LA MARAVILLA DEL VIENTO Y DE LA GREDA...

Y entre la maravilla del viento y de la greda
tenemos que mirar lamer tocar
mandar a estos sentidos a recorrer el reino
dar casa a las palabras cueva mundus
crear así el ubi terra patrum ibi patria*
el hueco circular
la tierra convenida del origen
y la piedra pactada con el río del tiempo
contemplar el jardín de los antepasados 
como si el jardín fuera
y ocupar el espacio el lleno de sí mismo
entre la maravilla del viento y de la greda
perdidos en nosotros amados por aquello que tenemos
crear así la forma de este vuelo
hilo de plata en línea con la muerte
el cuerpo todo un sueño boreal
soñar así que un pródigo
ha dispuesto la copa del placer
la copa del dolor la copa de la melancolía
y un usurero ha decidido
qué hacer con la belleza cuando mata
a imagen de qué imagen que tira de mi vida
dolor fuera de mí
y luz
y sombra.

                                    De Abba, Libertarias, 1995

-greda, tipo de arcilla arenosa muy apreciada en alfarería.
*'Donde se halla la tierra de mis antepasados allí está mi patria'.


Carmen Pallarés, escritora, periodista y pintora española, nació en 1950 en Madrid, ciudad donde reside. Estudió Filosofía, Periodismo y Artes Plásticas para dedicarse profesionalmente al periodismo cultural y la crítica de arte, a la pintura y a la creación poética.
   En 1979 publicó su primer poemario, Del lado de la ausencia, al que han seguido Molino de agua, 1980; La llave de grafito, 1984 (accésit al premio Adonáis 1983); Caravanserei, 1987  (premio Esquío 1986), Antología (1979-1986), 1987; Luces de travesía, 1989; Abba, 1989; Esgrima, 2005; Cardiá (1969-2009), 2010; Camino de mi palacio, 2012, y Partitura adelante, 2013. Ha sido incluida en varias antologías. 
   Su producción poética, en la que se percibe la influencia de los clásicos conceptuales españoles (los poetas de cancionero, Garcilaso y Quevedo) junto a la de las poesías china y árabe, rechaza la grandilocuencia y tiende a la concentración expresiva. Se advierte, asimismo, una faceta culturalista pues en sus versos se dan cita motivos referidos a culturas, geografías, objetos, escritores, a menudo preferidos por su exoticidad y rareza. Sus temas esenciales son el misterio, la pintura, las artes en general, el mar, el aire, el tiempo y la infancia.
   En  Abba,  como señala Pablo Luque Pinilla, "revela la certidumbre de un misterio, como fuente y origen de todo", hasta el punto de que "sin este conocimiento hay que resignarse a lo incompleto, a lo engañoso, a lo insuficiente". El título, un término del arameo que significa 'padre' y una de las últimas palabras pronunciadas por Jesucristo antes de morir, hace referencia de alguna forma a la muerte del padre de la autora, acaecida en fechas próximas a la publicación del libro. Pero "el grito abba", en un libro que "responde a la llamada de la escritura como evidencia  del origen de un destino",  es también "el reclamo del conocimiento, la exploración de esa atmósfera onírica y desesperada que fundamenta la interrogación artística y personal", en opinión de José María Barreda, para quien "la imagen lírica del crucificado y su amargura se convierte en símbolo profano del proceso de creación, correlato de la lucha entre el esfuerzo y la pasión del artista y la realidad imposible, los límites del artista".

domingo, 23 de agosto de 2015

"Hace falta la noche para ver las estrellas", de Benjamín Prado

Mirador de Loiba, A Coruña./Foto: Dani Caxete



                       ECUADOR

Hace falta la noche para ver las estrellas.

Igual que ayer, hoy busco -lo dijo Juan Ramón-
una verdad aún sin realidad,
busco en la tinta verde de todo lo que escribo
un planeta sin nombre o una jungla perdida. 

Y hace falta la noche.

Yo me siento en las sombras,
prendo un fósforo,
tallo mis esmeraldas,
construyo mis panales.
Todo es igual y todo es diferente.

La vida,
que fue un río,
es ahora un océano,
el pasado es la arena y el agua es el futuro.

Hace falta la noche.

Todo está en mí
lo mismo que un clavo en la madera:
cada paso en la nieve,
cada luz,
cada piel,
cada mañana.
Todo lo que ha ocurrido
por fuera es ya ceniza, pero dentro aún es fuego.

Hoy todo está tan claro.
Es hora de empezar
y yo busco las sombras.

Hace falta la noche para ver las estrellas.


                                           De Iceberg, 2002

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domingo, 16 de agosto de 2015

"Las doce en el reloj", de Jorge Guillén




LAS DOCE EN EL RELOJ

    Dije: ¡Todo ya pleno!
Un álamo vibró.
Las hojas plateadas
sonaron con amor.
Los verdes eran grises,
el amor era sol.
Entonces, mediodía,
un pájaro sumió
su cantar en el viento
con tal adoración
que se sintió cantada
bajo el viento la flor
crecida entre las mieses
más altas. Era yo,
centro en aquel instante
de tanto alrededor,
quien lo veía todo
completo para un dios.
Dije: Todo, completo.
¡Las doce en el reloj!

    De Cántico. Fe de vida, 1928 y 1950

Foto: Elsa Guillén

En Cántico, la poesía de Jorge Guillén  expresa el entusiasmo ante el mundo y ante la vida, como ocurre en este poema, en que el mediodía, la hora de máxima luz, es símbolo de plenitud para el poeta. Con una gran sobriedad formal, expresa la armonía y plenitud que revela la naturaleza en un mediodía radiante: la vibración de un álamo, la luz del sol, el canto de un pájaro, la flor de los trigales, todo -como indica Lázaro Carreter- queda envuelto en el fervor del poeta que, en el centro del paisaje, goza de la belleza y vive con exaltación ese maravilloso instante de perfección.


En esta página encontrarás comentados este y otros poemas de Jorge Guillén:

La fotografía superior está tomada de: www.jesusdelcruzblog.com 

domingo, 9 de agosto de 2015

"Lied marino", de Álvaro Mutis




          LIED MARINO

Vine a llamarte
a los acantilados.
Lancé tu nombre
y sólo el mar me respondió
desde la leche instantánea 
y voraz de sus espumas.
Por el desorden recurrente
de las aguas cruza tu nombre
como un pez que se debate y huye
hacia la vasta lejanía.
Hacia un horizonte
de menta y sombra,
viaja tu nombre
rodando por el mar del verano.
Con la noche que llega
regresan la soledad y su cortejo
de sueños funerales.

               En Summa de Maqroll el Gaviero, 1973

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