Mi corazón es una vieja casa.
Tiene un jardín y en el jardín un pozo
y túneles de yedra y hojarasca.
Es esa casa a la que tiran piedras
los niños cuando pasan al volver de la escuela,
después de haber robado de su huerta
magro botín de unas manzanas agrias.
En su tejado hay nidos de pájaros que cantan
y de noche un cuartel de escandalosas ratas.
La glicina cubrió los viejos arcos
y una verja de lanzas
y una terraza alta a donde llega
la copa de un granado con granadas
y un palomar y en ruinas unas cuadras.
Y un trozo de camino y la lejana
claridad del mundo.
Está fuera del pueblo y es indiana
su arquitectura, ya sabéis:
todo un poco mezclado, pero es blanca,
es grande, es vieja, es solitaria.
Andrés Trapiello, de El mismo libro, 1989
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Muy bonito. Me gusta el símil pero sobre todo la evocación de esas viejas casas que hay en las afueras de todos los pueblos y ciudades, antaño esplendorosas, pero que hoy están completamente arruinadas, aunque por eso mismo tienen mayor interés, si cabe. Esas casas que todos hemos explorado de niños con una mezcla de emoción, de interés de buscador de tesoros, y de miedo.
ResponderEliminarCarlos San Miguel