Una mujer se casó,
tuvo hijos
y se empeñó en ser
feliz.
Hasta que un día
(nunca se sabe
cuándo, pero sucede)
escudriñó su corazón
a fondo.
Palpó las cicatrices:
comprobó los
estragos,
la desolación,
los esfuerzos
estériles,
la ruina.
Cuando tenía que
llorar lloró.
Hizo acopio de
fuerzas:
juntó a sus hijos,
empacó unas pocas
cosas,
puso a flote su
barco,
levó anclas,
zarpó.
De Cómo te ve tu hombre (Diccionario de
bolsillo para mujeres), 400 Elefantes, 2017
¡Contundente! Pero habría que saber si tenia motivos más justificables que el mero aburrimiento porque aunque hoy en día parece ser que sólo debemos llevarnos por la búsqueda de nuestra felicidad en plan egoísta, hay responsabilidades, personas que resultan dañadas al verse abandonadas quizá por un capricho pasajero...y el poema no justifica ese abandono y apropiación de los hijos ya que esos estragos que menciona ¿qué los ha ocasionado? ¿puede ser que la mera decepción o autoengaño?
ResponderEliminarCarlos San Miguel