Francisco de Aldana (Nápoles, 1537-Alcazalquivir, Marruecos, 1578) fue un militar español y uno
de nuestros más grandes poetas del siglo XVI. Su vida es un ejemplo de hombre renacentista. Sus contemporáneos lo llamaron "el Divino", y Quevedo lo describe como "doctísimo español, elegantísimo soldado, valiente y famoso soldado en muerte y en vida". Cervantes lo menciona junto a Boscán y Garcilaso. Fue admirado por poetas de la Generación del 27 como Luis Cernuda, quien lamentaba así (en "Tres poetas metafísicos") el inexplicable olvido en que cayó el poeta:
Francisco de Aldana (elcorreo.com) |
¡Y pensar que durante cuatro siglos la posteridad no ha tenido espacio, atención ni gusto para reconocer al autor de la Epístola a Arias Montano como uno entre nuestros mayores poetas!
Nacido en una familia de infanzones extremeños dedicados a la milicia, su padre fue capitán de la guarnición destacada en Nápoles, entonces territorio de la Corona española. Pasó la juventud en Florencia bajo la protección de los Medici en la escuela del humanista Benedetto Varchi, dedicado al estudio de las lenguas clásicas y de los autores de la antigüedad. Como su padre y su hermano, se consagró a la carrera militar, que no tardó en detestar, y combatió como capitán en San Quintín. Bajo el mando del duque de Alba, luchó en Flandes, ya como general de artillería. Durante el sitio de Haarlem, fue herido por un mosquetazo en un pie. Don Sebastián, rey de Portugal y sobrino de Felipe II, le encomendó la misión de explorar el territorio marroquí, labor que realizó con éxito por su dominio de varias lenguas. Murió luchando en la batalla de Alcazalquivir como general de infantería de la expedición de don Sebastián. Tras su muerte, su hermano Cosme editó su obra en dos partes (Milán, 1589; Madrid, 1591).
Junto a sus sonetos, destaca su "Fábula de Faetonte" en octavas reales, su "Canción a Cristo crucificado" y, sobre todo, su "Epístola a Arias Montano" (1577) en tercetos encadenados, en la que proclama su desprecio por las vanidades del mundo. Su obra trasluce una fuerte influencia de las concepciones neoplatónicas, dominantes en la literatura florentina. A través de Virgilio y Horacio se familiarizó también con la sensibilidad pastoril, que en su obra aparece frecuentemente teñida de sensualidad. Su poesía evoluciona después hacia un humanismo místico que anhela la experiencia divina.
Junto a sus sonetos, destaca su "Fábula de Faetonte" en octavas reales, su "Canción a Cristo crucificado" y, sobre todo, su "Epístola a Arias Montano" (1577) en tercetos encadenados, en la que proclama su desprecio por las vanidades del mundo. Su obra trasluce una fuerte influencia de las concepciones neoplatónicas, dominantes en la literatura florentina. A través de Virgilio y Horacio se familiarizó también con la sensibilidad pastoril, que en su obra aparece frecuentemente teñida de sensualidad. Su poesía evoluciona después hacia un humanismo místico que anhela la experiencia divina.
La crítica coincide en señalar el carácter excepcional de este soneto de Aldana en que se combinan erotismo y filosofía, pues es poco frecuente en la lírica renacentista presentar el amor correspondido, y menos aún, la correspondencia erótica. El poema se presenta como un diálogo, siguiendo una moda muy extendida en la época. En él se reproduce la conversación de la pareja (Filis y Damón) tras el acto de amor. A Pablo Sol Mora ( El soneto "¿Cuál es la causa, mi Damón, que estando..." de Francisco de Aldana a la luz de los trattati d'amore. En RFE XCVII, julio-diciembre 2017, pp. 367-387) le llaman la atención, por inusuales en la época, "la curiosidad y la franqueza erótica" en las palabras de Filis; y en las de Damón, la doctrina neoplatónica, según la cual, el amor logra la fusión de las almas y persigue la de los cuerpos sin lograrlo, de ahí el llanto y los suspiros. Para Sol Mora parece claro que su fuente principal se encuentra en un pasaje del Dialogo d'amore de Speroni, ya que las coincidencias son notables, incluida la imagen que compara a los amantes con la esponja y el agua. Pero Aldana se distancia de la teoría amorosa, teñida de aristotelismo, de Speroni y elabora una respuesta más cercana al neoplatonismo:
Aldana insiste en que solo la fusión de las almas es posible, mientras que los cuerpos, por más que lo intenten, están condenados a estar separados. El veredicto final contra el cuerpo —ese "velo mortal" de "avara suerte"— es inapelable. No hay aquí la amistosa, y aristotélica, intención de conciliar esos dos antiguos enemigos platónicos. El poema de Aldana —como buena parte de su poesía— es de una gran sensualidad, pero esa sensualidad, en la última instancia filosófica, acaba siendo sometida por una censura del cuerpo.
Oye, que me ha gustado mucho el poema y todo lo explicado.
ResponderEliminarPues será uno de los más grandes escritores renacentistas pero yo creo que ni lo nombraba el libro de texto del Insti...
Bueno, y estos Filis y Damón ¿son personajes mitológicos o no? Ya lo investigaré...
Pues sí que sorprende la falta de pudor en el parlamento de la dama, sí...y que el filosófico sea el caballero (caballero pese al nombre jejeje)
Qué me ha llamado la atención este poeta-caballero que también perdió la vida valientemente según su ideal al estilo de Garcilaso. Y esto de los escritores renacentistas caballeros me hace recordar que te pregunte por Pedro Manuel de Urrea, el señor de Trasmoz en el inicio del Renacimiento español, y que parece que se está descubriendo ahora como un gran escritor de varios géneros, en especial cronista de viajes por el que hizo a Tierra Santa...¿no hay nada por ahí publicado
Carlos San Miguel
¡Hola!
EliminarImagino que, después de pasado tanto tiempo desde la publicación de tu comentario, ya habrás investigado acerca de la posible correspondencia entre los antropónimos empleados por Aldana en este soneto y la mitología clásica, pero no pude evitar responder a tu comentario de todas formas.
Filis sí es un personaje mitológico: era la amada de Demofonte, hijo de Teseo. En este tipo de lírica se emplean mucho los nombres femeninos de raigambre clásica, pero, más que nada, como una simple convención literaria. Así, hay muchas Cloris, Filis, Lisis, etc., que representan arquetipos de mujeres bellas y puras.
Por su parte, Damón es otro nombre muy recurrente en la poesía renacentista de tipo pastoril y amorosa, y fue usado por muchos otros poetas para encubrir su propia identidad bajo esa máscara onomástica (don Diego Hurtado de Mendoza lo usó, por ejemplo).
Bueno, ¡¡no me enrollo más!! Espero haber aportado algo de información nueva y/o interesante.
Un saludo :)