domingo, 8 de abril de 2012

"Las seis de la mañana", de Nazim Hikmet

Pintura de Marc Chagall


Las seis de la mañana.
He abierto la puerta del día y he entrado,
el sabor de un azul reciente en la ventana ha venido a mi encuentro,
en el espejo las arrugas de ayer en la frente
y en la nuca la voz de una mujer, suave como la pelusa del membrillo,
y en la radio las noticias del país
y ya mi glotonería se desborda
correría de un árbol a otro por el huerto de las horas
y el sol, mi niña, se pondrá
y espero que más allá de la noche
el sabor de un nuevo azul me aguarde, espero...

  (Nazim Hikmet, de Últimos poemas 1959-1960-1961.Versión de Fernando García Burillo. 
Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, Madrid, 2000)

Nazim Hikmet, poeta, dramaturgo y novelista turco nacido en Tesalónica en 1902, cuando esta ciudad griega pertenecía a Turquía. Creció en un ambiente familiar intelectual (su abuelo fue poeta, su padre diplomático y su madre pintora), estudió en un colegio francés, y a los 19 años viajó a Moscú, donde estudió Ciencias Políticas, conoció al poeta Maiakovski (1893-1930), figura central del futurismo, y profundizó en el conocimiento del comunismo. Regresó a Estambul en 1924 pero, debido a sus actividades políticas, se vio obligado a exiliarse en la URSS para evitar la cárcel. De nuevo en Turquía en 1929, alternó la lucha política con la publicación de obras de teatro, novelas y varios poemarios, entre los que sobresalen 835 líneas (1928), Y van 3 (1930), Telegrama nocturno (1932), y La ciudad que perdió la voz (1933). Cumplió condena desde 1940 hasta 1950, cuando fue liberado. En 1952 fijó su residencia definitivamente en Moscú, y en 1957 publicó su más famosa obra, Duro oficio el exilio. Falleció en Moscú en 1963. Influido por Maiakovski en sus inicios, renovó la poesía turca con la introducción del verso libre. En los países occidentales está considerado como el mayor poeta de su país del siglo XX.

1 comentario:

  1. Pues toda esa placidez que narra en el poema no está nada de acuerdo con su convulsa vida, doce años de presidio incluido. Optimismo para un nuevo día...
    Carlos San Miguel

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