martes, 27 de mayo de 2025

'El invencible verano de Liliana', de Cristina Rivera Garza






Grupo de lectura "Leer juntos" del IES Goya
Sesión del 5 de mayo de 2025
Autora: Cristina Rivera Garza
Obra comentada: El invencible verano de Liliana, Penguin Random House, México /Barcelona, 2021



1 1. Sobre Cristina Rivera Garza

Cristina Rivera Garza, escritora, traductora y crítica  mexicana, está considerada una de las voces más relevantes de la literatura latinoamericana actual.

Cristina Rivera Garza. Foto: Marta Calvo
Nació el 1 de octubre de 1964 en Matamoros, ciudad  de Taumalipas, estado mexicano situado en el noreste del país y separado de Estados Unidos por el río Bravo. Los abuelos paternos de la autora emigraron a esta antigua región algodonera  en 1938, cuando el gobierno de Lázaro Cárdenas puso en marcha la reforma agraria y  les entregó tierras en Poblado Anáhuac. Su abuelo materno, que había emigrado a Houston siendo un niño, regresó a México con su esposa en los años 30, a causa de la depresión económica iniciada en Estados Unidos. Tras un tiempo en las proximidades de Estación Camarón, dedicados al cultivo del algodón, en 1943 recibieron la documentación que los confirmaba como usufructuarios de 10 hectáreas en el ejido[1] Urbano de la Rosa, próximo a Poblado Anáhuac. Así es como sucesivas migraciones acercaron a las familias Garza y Rivera  e hicieron posible que los  padres de la escritora se conocieran. Rivera Garza bien podría decir como “Clarín” que la “nacieron” en Matamoros pues su madre se desplazó hasta esta población para dar a luz cuando residía en Poblado Anáhuac, de ahí que la autora haya manifestado en ocasiones la extrañeza que le produce su asociación con  Matamoros. Cuando tenía año y medio o dos años,  su padre, primer universitario de la familia, recibió una beca para estudiar Ingeniería en Agronomía en el Instituto Tecnológico de Monterrey, lo que los obligó a trasladarse. Al acabar los estudios, Antonio Ribera trabajó un par de años en una empresa de semillas en Delicias, Chihuahua, y después  cursó un posgrado de fito-mejorador de plantas en la Universidad de Chapingo.  En 1974, cuando  Liliana, su única hermana, tenía cuatro años, contrataron al padre como investigador en Toluca, adonde lo siguió la familia. Durante la preparatoria en Toluca, Liliana inició una relación  con el compañero de estudios que le arrebataría la vida años más tarde en Ciudad de México.

En 1985 Cristina se graduó en Sociología Urbana por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y en 1995 se doctoró en Historia Latinoamericana por la Universidad de Houston, ciudad donde los Garza tenían familia.  Fue profesora asociada de Historia Mexicana en la Universidad Estatal de San Diego (1997-2002) y profesora del departamento de Comunicación y Humanidades, además de codirectora de la cátedra de Humanidades del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), campus Tolima, (2004-2008). Entre 2008 y 2016 fue profesora  y dirigió el Programa de Bellas Artes en Escritura Creativa, en inglés,  que ha impartido la Universidad de California, San Diego, a partir de 2009. Desde 2017 dirige un doctorado en Escritura Creativa en español —el primero existente en Estados Unidos—  en la Universidad de Houston, en cuyo  departamento de Estudios Hispánicos es profesora distinguida M. D. Anderson. Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte (SNCA) entre 2010 y 2013 y doctora honoris causa por la Universidad de Houston (2012), en julio de 2023 ingresó en El Colegio Nacional de México con un discurso titulado “Escribir sobre el presente: archivos, fronteras, cuerpos”.

Suelen señalarse como características de su obra la experimentación y el hibridismo,  así como  la mezcla de lo literario con las ciencias sociales y el aliento poético de su escritura, lo que la convierte en una de las voces más singulares de  las letras mexicanas del siglo XXI. Ha publicado novelas, cuentos, poesía, crónicas y ensayos, en los que se ha ocupado de temas como la salud mental, la emigración,  la identidad, los feminicidios, la necropolítica o las condiciones en que surge la obra literaria y ha dado voz a las personas sin voz de Hispanoamérica.

De su novela  Nadie me verá llorar (1999) —galardonada con el Premio Nacional de Novela José Rubén Romero 1997 (por el manuscrito inédito), el Premio Internacional IMPAC /CONARTE / TESM 1999 y el Premio Sor Juana Inés de la Cruz 2001—  Carlos fuentes dijo que era “Una de las novelas más perturbadoras y hermosas jamás escritas en México”. Otras novelas suyas son La cresta de Ilión (2002), finalista del Premio Hispanoamericano Rómulo Gallegos 2023; Lo anterior (2004); La muerte me da (2007), Premio Sor Juana Inés de la Cruz 2009; Verde Shanghai (2011); El mal de la taiga (2012) y Autobiografía del algodón (2020). Es autora también de libros de cuentos como La guerra no importa (1991), Premio Nacional de cuento San Juan de Potosí 1987; Ningún reloj cuenta esto (2002), Premio Nacional de cuento Juan Vicente Melo 2021, y  Terrestre (2025), su último libro. Entre sus ensayos destacan Los muertos indóciles. Necroescritura y desapropiación (2013) y Escrituras geológicas (2022). Su obra poética se encuentra reunida en La fractura exacta. Poesía completa (2020). Algunos de sus libros han sido traducidos al inglés, italiano, alemán, coreano y francés.


 22. El invencible verano de Liliana

El invencible verano de Liliana es un texto híbrido  sobre el feminicidio aún impune de su hermana, ocurrido en 1990, cuando Liliana, una estudiante de Arquitectura de veinte años, cortó definitivamente la relación con su exnovio de la preparatoria. Solo veintinueve años más tarde Rivera Garza pudo 

Liliana Rivera Garza. Detalle de la 
portada del libro
escribir  su historia  y lo hizo alternando en la redacción el inglés y el español, porque el inglés (un idioma en el que no había vivido la tragedia) le proporcionaba una distancia protectora, un atenuador emocional que le permitía “transitar por las partes más lóbregas sin partirme de miedo o caer de rodillas”. La edición en español, aparecida en mayo de 2021, fue galardonada con el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso, el Nuevo León Alfonso Reyes y el Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores, todos ellos en la edición de 2021, y con el Premio Rodolfo Walsh y el Mazatlán de Literatura  correspondientes a 2022. La versión en inglés (Liliana’s Invincible Summer: A Sister’s Search for Justice), de febrero de 1923, recibió el Premio Pulitzer 2024  en la categoría de memorias o autobiografía.  El jurado destacó “la apuesta de Rivera por la combinación de géneros en su obra uniendo la memoria, el periodismo de investigación de perspectiva feminista y la biografía poética en torno al sentimiento de pérdida”.

Si bien el jurado del Premio Pulitzer incluye el libro entre las memorias o la autobiografía, con frecuencia,  tanto  críticos  como periodistas, se refieran a él como novela, lo cual nos lleva a plantearnos una primera cuestión sobre la obra: la relativa al género.  La autora es muy clara al respecto, incluyéndola en la no-ficción creativa (creative non fiction). Trabajo de no-ficción porque existe una relación directa con el referente, se pone el énfasis en la investigación y en la relación directa con los documentos, pero a la vez es un artefacto literario  en el que ha utilizado las estrategias y herramientas de la ficción y el cuidado del lenguaje que requiere una obra literaria, por lo que entiende que pueda ser considerada novela. Admite, por tanto, que hay una “colindancia” de formas, una combinación que se resiste a llamar “híbrida”.  Para Roberto Cruz Arzabal  la obra  no responde a la clasificación tradicional que distingue entre ficción y no ficción, sino que se sitúa entre la invención y el archivo.

Toda la obra de Rivera Garza guarda una especial relación con los archivos y este libro no es una excepción. La autora confiesa  que  otros intentos anteriores de escribir el libro como  ficción no habían funcionado. Pero cuando abrió el archivo  creado por su hermana (varias cajas con cartas, notas, dibujos y diversos materiales sobre su vida), su voz “atravesó el tiempo y, como la de tantas mujeres desaparecidas y ultrajadas en México, demandó justicia”. Solo entonces  fue  capaz de contar su historia, pero esta vez dejando que fuera Liliana quien hablara por medio de los archivos, escribiendo “con ella, no sobre ella”, convirtiéndola así en coautora del libro. Para Cristina Rivera, los treinta años transcurridos entre el asesinato de Liliana y la redacción del libro le permitieron prepararse para enfrentarse a los materiales de la investigación y tener listas las herramientas necesarias para abordar la tarea. Fue un tiempo necesario para  superar el sentimiento de culpa y de vergüenza que les había impedido hablar  y pedir justicia para Liliana. Pero además, la lucha de las mujeres en este tiempo le proporcionó  el lenguaje necesario para no revictimizar a la víctima y disculpar al asesino, para  hablar de feminicidio y no de crimen pasional, para afirmar con rotundidad que la única culpa de Liliana fue encontrarse con un depredador en su camino.

Liliana y Cristina Rivera Garza

Si el hallazgo del archivo de Liliana fue determinante en la escritura del libro, este comienza con la búsqueda de otro archivo: el expediente sobre el asesinato de su hermana. Una búsqueda que la autora compara con el descenso al Mictlán, el inframundo o reino de los muertos en la mitología azteca. Ambos archivos se complementan en la reconstrucción de los hechos y se oponen en la visión de los mismos. El primero, al que la autora llama “el archivo de los afectos” da cuenta de la vida de Liliana, su autora, y de su manera de ver el mundo; el segundo, certifica su muerte y la convierte en “material de archivo”. En esta indagación, o “excavación”, sobre los últimos meses  de  la vida de Liliana, el archivo creado por ella será una fuente de información fundamental que la autora  no interpreta, sino que  reproduce. Al trascribir sus notas, utilizando una tipografía que imita la letra de Liliana, el yo de la autora-narradora da paso al yo de Liliana, que se convierte así en narradora de su propia vida porque la autora no quería acallar la voz de su hermana como sí había hecho su asesino. Esta estrategia de “desapropiación”, que evidencia lo que el libro debe a materiales ajenos,  se aplica también a otros documentos incorporados al texto:   los testimonios de los amigos de Liliana, la información sobre el crimen publicada en la prensa de la época o los recuerdos de los padres, que lejos de integrarse en el discurso de la autora-narradora se yuxtaponen a él. La autora ha creado  una narración polífónica, en que los numerosos narradores relatan, desde distintos puntos de vista, diferentes  aspectos de la vida de   Liliana y  componen  un retrato complejo y poliédrico. Un retrato que para la autora tiene algo de epifanía ya que le revela facetas de su personalidad  desconocidas para ella.

Hay también en el libro una reflexión sobre la violencia de género pues la autora se pregunta cómo una muchacha inteligente como Liliana pudo ser víctima de un feminicidio. Para responder a esta pregunta recurre al libro de Snyder, No Visible Bruises, un lúcido análisis del comportamiento de las mujeres en el seno de las relaciones tóxicas o violentas. Así comprende que Liliana amó a ese hombre (lo que distingue la violencia doméstica es el amor, según Snyder). Liliana llevaba mucho tiempo intentando romper la relación, librando una batalla en solitario frente al chantaje y la amenaza constante, pero vivía en la negación del peligro y se creía capaz de controlar la situación sin ayuda de nadie porque carecía del lenguaje preciso para identificar el peligro: llamaba “vehemencia” a lo que era violencia física o psicológica. Finalmente, en los momentos más duros de esa lucha, supo encontrar la fuerza interior necesaria para poner punto final a la relación y proyectar su  futuro como mujer libre. La autora lo cuenta recurriendo a las imágenes tomadas de la cita de Camus encontrada en el archivo de Liliana,  que abre el libro y que, con variantes, lo atraviesa convertida en leitmotiv del mismo:

“Unas cuantas semanas antes de la tragedia, Liliana por fin tomó una decisión definitiva: en lo más profundo del invierno había descubierto que en ella, como bien había dicho Albert Camus, había un invencible verano. Lo dejaría atrás. Empezaría una nueva vida”.

El trabajo de Snyder demuestra que este es el momento crítico, el más peligroso para la víctima, cuando el depredador siente que la ha perdido definitivamente. De modo que Liliana, como el pajarillo de la anécdota que recuerda su amiga Ana, murió cuando estaba a punto de ser libre.

Pero el libro  se propone, sobre todo, dar cuenta de la vida de Liliana y celebrar su paso por el mundo, como ya anuncia el título en el que el nombre de Liliana queda unido al término  “verano”,  para representar  la luz, la alegría, la calidez y la fuerza de Liliana, que el libro, pese a su asesino, ha convertido en “invencible”.

                                                                                                                                           Josefina López Granada 


Cristina Rivera Garza, en el centro, con su madre, Ilda Garza, y Liliana. Undated photo.
Cristina Rivera Garza Papers, Benson Latin American Collection

[1] ejido: terreno colectivo, indiviso y sin posibilidad de venderse o heredarse.


BIBLIOGRAFÍA:

-CRUZ ARZABAL, Roberto: “Figuraciones sesgadas: teatralidad, intermedialidad y yo autoral en Cristina Rivera Garza”, Visitas al Patio (1), enero-junio/2022, págs. 44-66. https://revistas.unicartagena.edu.co/index.php/visitasalpatio/article/view/3789.

-RIVERA GARZA, Cristina: “Hija del algodón: Cristina Rivera Garza”/ Entrevistada por Sergio Rodríguez Blanco, Semanario Gatopardo, 24 de marzo de 2021. En https://www.gatopardo.com/articulos/hija-del-algodon-cristina-rivera-garza.

-RIVERA GARZA, Cristina: “La esperanza de un duelo creador. Entrevista con Cristina Rivera Garza”/Entrevistada por Alberto González, Nexos, Junio 9, 2021. En: https://cultura.nexos.com.mx/la-esperanza-de-un-duelo-creador-entrevista-con-cristina-rivera-garza/

-RIVERA GARZA, Cristina: “Cuando son verdaderos los viajes: reflexiones sobre la escritura”. /Entrevistada por Armando Esteban Gómez, Artelogie, 21/24. En https://journals.openedition.org/artelogie/14153.

-RIVERA GARZA, Cristina: “Duelo en lengua extraña”, conferencia del Ciclo Táctil impartida en El Colegio Nacional de México el 11 de marzo de 2025. En https://www.youtube.com/watch?reload=9&v=G6d-5zAnAXU.

 

lunes, 5 de mayo de 2025

'Léxico familiar', de Natalia Ginzburg

 

Grupo de lectura "Leer juntos" del IES Goya

Sesión del 24 de marzo de 2025

Autora: Natalia Ginzburg

Obra comentada: Léxico familiar. Barcelona, Penguin/ Random Hause, Lumen, 2024, 256 páginas.



¿QUIÉN ES NATALIA GINZBURG?

Natalia Ginzburg (Palermo, Italia, 1916 – Roma, 1991) fue hija de Giuseppe Levi, judío, y de Lidia Tanzi, católica, ambos no practicantes. Su padre, profesor de Anatomía, fue un reconocido investigador en la Italia de Benito Mussolini, quien persiguió a casi todos los componentes de esta familia. Natalia contrajo matrimonio con Leone Ginzburg, judío de origen ruso, Lector de Literatura eslava de la Universidad de Turín y reconocido antifascista, que murió encarcelado en Roma en 1944. Aunque volvió a contraer matrimonio –con el escritor Gabriele Baudini–, conservó siempre el apellido Ginzburg. Trabajó durante muchos años en la Editorial Einaudi, de la que fue redactora hasta el final.

Natalia Ginzburg en 1983 (foto de wikipedia)

Dejó una ingente obra de la que destacamos la que ha sido traducida al español:

Novelas y relatos

Camino a la ciudad (1942)

Así fue (1947)

Nuestros ayeres (1952)

Las palabras de la noche (1961)

Léxico familiar (1963)

La ciudad y la casa (1984)

Teatro

Me casé por alegría (1965)

Ensayo

Las pequeñas virtudes (1962)

Nunca me preguntes (1970)

Serena Cruz o la verdadera justicia (1990)

Cine

A todo lo anterior se añade una nada despreciable incursión en el guion de cine, de la que únicamente ha llegado a nosotros Las voces de la noche, llevada a la pantalla grande en España por el director Salvador García Ruiz en 2003.


¿QUÉ ES LÉXICO FAMILIAR?

Es la segunda novela de Natalia Ginzburg, que obtuvo el prestigioso Premio Strega [1] en 1963 y aún sigue gozando de gran popularidad, difusión y profundos estudios en todos los idiomas. 

Con Léxico familiar, inaugura la autora una serie de narraciones centradas en el estrecho mundo de la familia: Querido Miguel (1973), Familia (1977), La ciudad y la casa (1984) e, incluso, La familia Manzoni (1983) sobre el famoso escritor italiano.

Natalia Gingzburg en una previa Nota de la autora apremia al lector con unas breves afirmaciones que se perciben necesarias como guía de lectura. No desea que este libro sea interpretado como una novela más y es que: “Todos los lugares, hechos y personas que aparecen en este libro son reales. Nada es ficticio. Siempre que, debido a mi costumbre de novelista, inventaba algo, me sentía obligada a destruirlo. Hasta los nombres son reales”.

Pero avisa también de que no se trata de una crónica, es decir, de un relato exhaustivo de todo lo ocurrido en un tiempo, sino de lo que ella recuerda de ese tiempo. “La memoria es débil” y, por lo tanto, la historia tiene lagunas.  El lector debe leer este libro como una novela, “sin pedir más, ni tampoco menos de lo que una novela puede ofrecer”.

Y así se lee y se entiende que su intención, desde el principio, fue compartir el mundo de su excepcional familia, porque sintió desde niña el deseo de escribir un libro sobre su gente y esta novela es ese libro.

De madre católica y padre judío, siempre fue y se sintió hija de una familia judía. Formó la suya propia también con un judío de origen ruso y padeció por ambos motivos todas las persecuciones y sucesos trágicos que este pueblo tuvo que soportar en Italia.

La historia abarca unos treinta y cinco años de su vida, porque todo comienza en los veinte años de gobierno de Mussolini y termina poco después de la Segunda Guerra Mundial. A lo largo de ese tiempo la vida de los miembros de la familia Levi, de sus amigos y de su círculo de relaciones, encarnan el relato de la vida política italiana. Y es que sus padres, sus hermanos y sus amigos fueron parte activa en los movimientos antifascistas.

Durante la sesión del grupo de lectura fue unánime la opinión acerca de esta novela, que en ocasiones parece más una escueta y fría enumeración de acontecimientos que una íntima biografía. Y es que Natalia Ginzburg utiliza con moderación los recursos narrativos. Trae a sus páginas una gran cantidad de personajes –cuyas vidas son tratadas de forma bastante extensa– y que enlaza con extrema sencillez y eficacia. Ello contribuye a la sensación de economía de recursos que ofrece la lectura, que sugiere influencia de la narración cinematográfica.

La descripción, en cambio, es dilatada, se detiene con mimo en los interiores de la casa (de sus diferentes casas) como centro de su vida de niña y de adulta. Ofrece a lo largo de toda la novela una típica visión femenina de los detalles, que cobran, a sus ojos y a los nuestros, una insospechada importancia.

Percibió la potencia de ese mundo y sintió que había que contarlo. Cuando todo se hunde encarcelan a tu padre, tus hermanos, tu marido, tus amigos es necesario hincar los pies hasta hundirlos en los cimientos de tu casa (sometida a múltiples cambios, como nómadas) para no dejarse llevar de la corriente voraz que arrastra y hace posible el olvido. De todo eso, un miembro de una familia judía sabe mucho desde hace siglos.

Y la escritura se le reveló como la manera de no desaparecer por alguno de esos azares. Hay que suponer una profunda observación y reflexión para concluir que las peculiaridades comunicativas en el seno de la familia, el llamado con acierto léxico familiar, constituyen en realidad su misma esencia.

Merece la pena desentrañar el sentido del título, Léxico familiar. ¿Qué es un léxico? El DRAE ofrece varios significados y dos podrían cuadrar a esta obra. El nº 4. “Vocabulario, conjunto de palabras de un idioma, o de las que pertenecen al uso de una región, a una actividad determinada, a un campo semántico dado, etc.” Y el nº 5. “Caudal de voces, modismos y giros de un autor”.

Natalia comprendió que el idiolecto de sus padres, es decir, el léxico de la familia Levi, permanecería igual que su herencia genética, si la familia se viera obligada a dispersarse. La forma de hablar de Beppino y Lidia, sus progenitores, había marcado la vida de sus hermanos Paola, Gino, Alberto, Marioy la suya propia y les había traspasado para siempre su visión del mundo.

Ginzburg muestra que el frágil mundo de su familia se asienta, paradójicamente, sobre la sólida base de las palabras y expresiones que se repetían en la vida diaria y que adquirían en ella y, sólo en ella, un sentido que no compartía el resto de la sociedad. Y eleva el conjunto de sustantivos, adjetivos y expresiones de su casa a la categoría de léxico de autor, pues reconoce en ellos singularidad y repetición. Al transcribirlo todo en esta obra, lo inmortaliza y lo consagra definitivamente como un “léxico”.

Su padre, un prestigioso científico ensimismado, que “valoraba el socialismo, Inglaterra, las novelas de Zola, la Fundación Rockefeller y los guías de montaña del valle de Aosta” y carecía de sentido del humor, usaba constantemente adjetivos y expresiones que adquieren a ojos del lector la forma de un modo absolutamente peculiar de entender la vida doméstica y social. Su concepto estricto de la educación y de la vida cuaja en expresiones que muestran generalmente su desagrado ante hechos y conductas habituales. Y así tachaba de: “vaniloquio, megalómano, borrico, palurdo” a algún hijo, pero daba órdenes delegando en su esposa las prohibiciones “dile que no haga…; dile que prohíbo que se case”.

La madre, Lidia, de natural más vitalista, un poco estrambótica, amante de las relaciones sociales, esparce constantemente esas características en el vocabulario que usa. Su ámbito de influencia es muy grande pues irradia a toda la vida doméstica de sus hijos y aun de sus nietos: “alguien le da cordel o no le da cordel” (un modo de clasificación social propio). Y utiliza con frecuencia los “Me aburro o Esta ciudad es aburrida”, “¡Qué nombre tan feo!”. “¡Tengo alquitranacia!”, en realidad, “una mezcla de melancolía y sensación de soledad, unida generalmente a una indigestión” (p.146). Siempre ansía la diversión y ama, sobre todo, la evasión que proporciona el cine.

Es una novela de un relato seguido, sin capítulos, en secuencias separadas por un espacio doble de párrafo. A lo largo de sus más de doscientas páginas salta de un personaje a otro con extraordinaria maestría, mediante hábiles y sencillas transiciones, que logran que se lea con la misma facilidad y con la misma velocidad de quien ve una película.

Francisca Soria Andreu


 [1] Premio creado en 1947, otorgado por la Fundación María y Godofredo Bellonci, que premia al mejor libro de poesía, novela o ensayo, publicado durante el año.


Ilustración de Inmaculada Martín para este trabajo


Sobre Léxico familiar de Natalia Ginzburg. Unas reflexiones desde la Historia.

            Otras literaturas, la francesa, la alemana o la rusa, por ejemplo, tienen en su vademécum abundantes obras sobre sagas familiares, historias propias y particulares que, desde el s. XIX [1], tratan de perpetuar, dar a conocer y dar valor a la vida de personas, profesionales, intelectuales, artesanos de clases medias, cuando el cambio político y económico promueve el auge de la burguesía. En la literatura española, este género literario es menos habitual o más tardío.

            Muchas, no todas, de estas familias historiadas son judías. ¿Tienen los judíos europeos especial necesidad de dejar registros escritos sobre su historia y sus vivencias? En realidad, la ciencia histórica, hasta la creación del estado de Israel, no se ha ocupado mucho de ellos. Mientras en la sociedad del Antiguo Régimen han tenido poca presencia social, su especial vinculación con la cultura y la ciencia y con la economía les han hecho adquirir un lugar predominante en el cambio de era. Es su momento y, quizá, una de las razones de su historia futura.

            La segunda razón de la relevancia de este estilo literario y de esta novela, está en la II Guerra Mundial y el muy trágico hecho que hemos denominado Holocausto. Probablemente, la necesidad de narrar este hecho en primera persona es más personal, psicológica, que colectiva [2].  Sea cual sea la causa, estas narraciones aportan una visión muy diferente de los acontecimientos y, sobre todo, muestran el auténtico horror y la criminalidad de las guerras. Como en el caso anterior, muchas de estas narraciones cuentan experiencias de personas judías, uno de los colectivos más afectados.

            Esta visión está, casi siempre, ausente en los libros de historia, en los que las víctimas pasan a ser una cifra estadística de las consecuencias y efectos colaterales. Sin esta literatura desconoceríamos la realidad de los hechos, la historia humana, la historia total. También en este punto nuestra literatura es más escasa y tardía.

            La vivencia de la autora de estas dos realidades es personal, directa y profunda. Llama enormemente la atención la capacidad y voluntad de la escritora de situarse en un plano alejado (?) de los acontecimientos. Con la misma sencillez y naturalidad que cuenta episodios anecdóticos de su familia, cuenta los grandes traumas soportados durante la guerra mundial, incluida la trágica muerte de su marido y otras desgracias familiares. ¿Por qué lo hace así?

            Finalmente, querría destacar el valor de esta literatura para dar a conocer hechos del pasado, sobre todo aquellos que han tenido consecuencias importantes en el presente colectivo. La historia tiene sus ritmos y sus momentos, también su propia audiencia. La literatura es más universal, puede llegar a otros niveles, otros lectores de muchas edades y condiciones, y puede perdurar en el tiempo. Un buen instrumento para lo que hoy llamamos “memoria histórica”.

 

Concha Gaudó



[1] Este género tiene profundas raíces, pero mis conocimientos no me permiten entrar en ese campo.

[2] Pienso en Paul Celan o Primo Levi, pero también en Victor Frankl o Jorge Semprún.


lunes, 28 de abril de 2025

Publicación de la XVI edición de los relatos de misterio y terror

 

 

El segundo acontecimiento de nuestras bibliotecas este jueves en el instituto Goya (ver reseña anterior para saber sobre el primero) ha tenido como protagonistas a los alumnos y alumnas que han participado en la “XVI edición de los relatos de misterio y terror”, cuya presentación se ha llevado a cabo por parte de las profesoras Marily Gómez y Gloria García en la biblioteca escolar “Irene Vallejo”.

 

        

Es la culminación de una actividad que comenzó con la convocatoria en octubre del concurso de relatos y que ha llevado un complejo trayecto con la selección de las mejores historias, la organización y ejecución de las ilustraciones, la maquetación, etc. Tanto los alumnos y alumnas autores de los relatos como quienes han ilustrado esas historias han demostrado una gran ilusión al ver finalmente el resultado de tanto trabajo. Los relatos seleccionados son:El huésped de las sombras”, de Ruy Cabello Pardo; “La sombra en el viejo roble”, de Miguel Ocejo Cecilia; “La orden”, de Javier Arruego Martínez; “La sombra de mi hijo”, de Sophia Bastidas Bernal; “El ritual”, de Giuliana Ghiotti Quintana e “Insomnio y ratas”, de Francesca Lalaguna Liberio.

 

        

 

Las ilustraciones las ha realizado el alumnado de 1º H de Artes dentro de la materia de Proyectos Artísticos bajo la tutela de la profesora Gloria García.

 

A todos los participantes se les han entregado dos copias de la publicación final, así como un obsequio que les permitirá continuar con su vocación artística. La publicación será registrada en el catálogo de la biblioteca para poder ser prestada.


                        

 

Como novedad, hemos preparado una exposición temporal en la biblioteca escolar “Irene Vallejo” con una selección de los dibujos que ilustran la publicación de este año.